El fenómeno de la migración siempre ha estado con los seres humanos durante toda su existencia y en los últimos años, la cantidad de desplazados está en constante aumento, la globalización, el hambre, la pobreza, la inseguridad, gobiernos dictatoriales, entre muchas otras presiones obligan a las personas a buscar mejores condiciones de vida.
Los nicaragüenses durante décadas habían estado en niveles migratorios bajos en comparación a los demás países centroamericanos en los que la cantidad de migrantes hacia la unión americana es alta.
La realidad cambió desde 2018, los niveles de personas que salieron del país fue todo un éxodo, muchos lo hicieron de manera ilegal hacia la nación del norte, Costa Rica, España entre otros destinos, en los que tuvieron que exiliarse tras la persecución gubernamental luego de las fuertes protestas de abril de ese mismo año.
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Cuatro años después la cantidad de personas que se va del país es cada vez mayor. Solo Estados Unidos en su último dato de marzo de este 2022 reporta una retención de 92,307 nicaragüenses, en tanto las autoridades mexicanas comunican haber rescatado a unos 8,270 nicas que ingresaron a su territorio.
1- Fuga de cerebros
La migración lleva consigo tristeza y desesperación, pero también la esperanza de mejores oportunidades que en sus países no pueden tener. Así fue como Carlos, un Abogado y Máster en materia civil y que nos pidió resguardar su identidad, salió de Nicaragua hace aproximadamente seis meses. Dejó todo atrás, familia y amigos. tuvo que empezar desde cero a sus casi 39 años.
“Me vi obligado a prestar dinero y vender mi vehículo para dejarle un poco a mi familia para subsistir mientras duraba mi viaje, aun sabiendo que podía ser secuestrado o asesinado, me puse en manos de Dios y salí”, nos cuenta Carlos.
Ésta es la historia modelo de muchos profesionales que se ven obligados a salir de Nicaragua por querer una mejor vida para sus familias, una situación que genera el fenómeno de la “fuga de cerebros”, algo que éste país ya vivió en los ochenta y que hasta la fecha sigue pagando las consecuencias.
Según un economista que prefirió no ser citado por temor, aunque el número de exiliados aumente generando remesas, hay algo que es peligroso.
“El problema con estas diásporas es que se están generando incentivos más bien para las fugas de cerebros, para las fugas de talento humano, algo que representa una pérdida esperada para el país”, indica.
2- Falta de mano de obra calificada
La ausencia de profesionales de calidad obliga a las empresas a tener que traer personal capacitado de otros países, a quienes se les debe pagar más y prestar condiciones que generan más gastos a las empresas, además de crear un abismo en cuanto a salarios con los pocos profesionales del país que se ven relegados a puestos más bajos y con remuneraciones económicas para nada satisfactorias.
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El no tener mano de obra calificada es un fenómeno que no permite el desarrollo de los países, pues toda economía necesita de factores fundamentales como altos niveles educativos para poder emerger; despertar creatividad en su fuerza productiva que permitan la formación de empresas capaces de subsistir con el paso de los años y generar empleos suficientes, una situación demográfica que lejos de disminuir, aumenta, así lo explica el economista Enrique Sáenz en su programa La economía de Nicaragua en 10 minutos.
“En el 2021 el 3% de la población nicaragüense emigró, huyó del paraíso orteguista sin condiciones de guerra y al ritmo que vamos en 2022 llegaremos a un 7% en menos de 2 años. Es una tragedia para las familias, pero para el país es una hemorragia, porque se va gente joven, trabajadores, gente calificada. Los más aventados y los más capacitados son los que se van y el país pierde un capital que difícilmente va a recuperar porque el que se va por situaciones socioeconómicas difícilmente retorna”, explica Sáenz.
3- Caída en las afiliaciones al INSS
Las cifras no mienten. En el informe de asegurados activos en el INSS, publicado por el Banco Central, se refleja una caída del 20% en los afiliados en los últimos 4 años. En 2017 el dato cerró con 914,196; un año después, en 2018, el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social tuvo una caída de 95,800 afiliados y ya para 2021 el descenso llegó a 156,684.
Si bien esto no es un indicador exacto de la migración, pues durante 2018 y 2019 se vivió una ola de despidos masivos provocados por el cierre de empresas y la pandemia de coronavirus. Lo que sí demuestra, es que aún hay miles de nicaragüenses que no han visto de ningún modo el crecimiento económico comentado por el gobierno.
Aún no hay empleos suficientes para colocarlos nuevamente en la planilla de asegurados, el empleo informal ha sido fugaz, muchos que no vieron oportunidades de negocio decidieron marcharse del país y ese sí es un indicador del porqué la cantidad de afiliados no ha podido alcanzar el nivel que tenía en 2017.
En 15 años de administración de Ortega, las remesas aumentaron casi un 200%
4- Aumento en las remesas
Carlos se fue del país con la esperanza de poder enviar dinero y darle una mejor vida a su familia en Nicaragua, aunque eso signifique para él enfrentarse a una sociedad que no conoce, a tener que trabajar en puestos que no tiene nada que ver con su profesión. Algo que el economista Enrique Sáenz reconoce en una de sus cápsulas de su programa de YouTube.
“Los migrantes hacen sacrificios, pasan por jornadas de trabajo agotadoras para los que trabajan un turno, pero buena parte trabajan dos y hasta tres turnos para enviar los cien dólares, doscientos o trescientos que algunos tienen la posibilidad de mandar a sus familiares”, comentó el economista.
Y efectivamente, las remesas han incrementado considerablemente en los últimos años. En 2007, cuando Daniel Ortega llegó al poder los nicaragüenses en el exterior enviaban a sus familiares $739.6 millones, una cifra que en 2021, según datos del BCN, alcanzó $2,146.9 millones. Un crecimiento de casi un 200% ($1,4073).
Cualquiera tomaría los datos como halagador, pero en términos económicos lo que deja entrever es la falta de capacidad del estado para poder crear condiciones que dinamicen el crecimiento en todas las áreas; generación de empleo suficiente para que la gente no tenga que migrar. El incremento en las remesas no se da por el hecho de que quienes ya estaban fuera envíen más dinero, sino porque hay más personas enviándolo desde el exterior.
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Los principales destinos de viaje para los nicaragüenses han sido EEUU, en 2016 se recibieron casi $700 millones de dólares en concepto de remesas y en 2021 la cifra aumentó considerablemente a $1,370.4. Desde el 2020 España pasó a ocupar el segundo lugar en los países de procedencias de remesas, antes Costa Rica ocupaba ese puesto y quien ahora está relegado al tercero, lo que demuestra que los nicas están optando por destinos más largos y con mejores oportunidades.
5- Baja productividad a causa de falta de mano de obra calificada
El problema no acaba ahí, la fuga de cerebros implica una baja en los sectores productivos del país, pues no solo es la mano de obra agrícola la que se va, con ellos, un sinnúmero de profesionales de todas las áreas; médicos, abogados, periodistas, ingenieros, arquitectos, entre otros.
En poco tiempo Nicaragua verá mermado su crecimiento o tendrá que pagar un alto precio para lograrlo, mientras otras naciones se vean beneficiadas con la mano de obra que se dejó partir.
Será muy difícil que los migrantes retornen al país, pero muchos como Carlos guardan la esperanza de volver.
“Quiero regresar cuando de verdad se haga un cambio en Nicaragua, cuando exista un estado de derecho, cuando se acabe el nepotismo y exista la protección de derechos humanos hacia todos los nicaragüenses sin excepción”, concluye Carlos.
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