Las campañas de desprestigio y rechazo que brinda constantemente la vicepresidenta Rosario Murillo en contra de los colectivos feministas en Nicaragua no son un tema reciente, de hecho, esta división se ha manifestado desde la década de los 90.
Feministas nicaragüenses aseguran que el rechazo de Murillo hacia los colectivos de mujeres surge tras el acuerpamiento que estas hicieran a su hija Zoilamérica Narváez en 1998, cuando denunció públicamente al presidente Daniel Ortega por haber abusado sexualmente de ella desde los 11 años de edad.
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Juanita Jiménez, Directora Ejecutiva del Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM), explica que durante esos años el feminismo ya tenía una década de trabajo fuerte y es por ello que tras acompañar la denuncia de Narváez en demanda de justicia y una investigación transparente, las campañas de desprestigio se intensificaron y las feministas fueron tildadas de “traidoras” y desde entonces han estado bajo persecución.
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Las feministas destacan que la vicepresidenta ha sostenido desde siempre discursos de desprestigio contra cualquier grupo o persona que se exprese en oposición al gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), y particularmente, los colectivos de mujeres se han encontrado por varios años bajo la mira de estos ataques.
“Se planteó una estrategia en contra de todo lo que fuese organización civil organizada, y en ese sector se ubican las organizaciones de mujeres” afirma Jiménez.
Y a pesar de que la denuncia pública de Narváez en contra de Ortega fue el detonante de estas tensas relaciones, la realidad es que el rechazo a los colectivos de mujeres venía presentándose desde tiempo atrás, desde la misma revolución.
“El movimiento de mujeres inicia a oponerse en el seno de la revolución por las denuncias de situaciones de violencia doméstica o intrafamiliar, como se le llamaba en la época, en contra de líderes del FSLN” comparte Jiménez.
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Por lo que incluso muchas líderes de organizaciones sandinistas fueron despedidas al denunciar esta violencia, y desde ahí las mujeres empezaron a organizarse por su cuenta, un distanciamiento que se agudizó en el contexto de los 90.
Inicio de la persecución
Con el retorno de Murillo y Ortega a la presidencia en 2007, la persecución en contra de los colectivos de mujeres se intensificó.
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En septiembre de 2007, tras ocho meses en el poder, nueve feministas fueron acusadas legalmente por “abortistas”, la mayoría de ellas cercanas a Narváez durante su denuncia; asegura Jiménez, quien fue una de las acusadas.
Estas mujeres denunciaron los señalamientos como parte de una persecución, y el repudio causado a nivel internacional llevó a Murillo a escribir un artículo en contra del feminismo en 2008, en el cual rechaza un “falso feminismo” que “toca banderas de guerra contra todos los valores humanos”.
“Ese falso feminismo, usurpador político de luchas y emblemas, ha convertido en ‘causa’ la enfermedad mental, la frustración, y la venganza mitomaníaca y personal, que atiborra páginas y titulares destacadísimos” escribía Murillo, quien ya había utilizado la palabra ‘mitomaníaca’ en el pasado para referirse a su hija y defender a Ortega frente a la denuncia.
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Además, el gobierno dejó de firmar convenios de colaboración en materia de derechos humanos, particularmente con los países nórdicos que tenían grandes cantidades de recursos y apoyo técnico, “como eso implicaba un flujo de recursos para las organizaciones que ellos tildan de traidoras y enemigas lo que hicieron es no firmar los convenios de colaboración” señala Jiménez.
Y a pesar de que para muchos Murillo pudo en algún momento ser considerada feminista, debido a su aparente personalidad liberal, la realidad es que “su pensamiento siempre fue conservador”, refiere Jiménez.
Desde entonces, ha utilizado las palabras “abortistas” y “anti-familia” para referirse indirectamente hacia las feministas.
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Para Luz Marina Torres, del Colectivo de Mujeres 8 de Marzo, esto no es una novedad y destaca que Murillo ha utilizado desde siempre el tema del aborto debido a la reacción social que este genera, además de tratarse de un tema con interés político.
“Su discurso es anti-feminista, anti-derechos, anti-vida y está poniendo en riesgo a miles de personas en este país” afirma Torres.
Una lucha que continúa
La persecución en contra de las feministas se ha acentuado tras la crisis de 2018 debido a su participación en las protestas sociales, colectivos de mujeres fueron despojados de su personería jurídica, y varias feministas debieron recurrir al exilio por las amenazas.
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El rechazo de la vicepresidenta hacia las organizaciones de mujeres en Nicaragua ha estado desde siempre latente, desde años anteriores estas fueron víctimas de acusaciones, allanamientos y ofensas públicas.
“Desde 2008 ya utilizaban el derecho penal para criminalizar” destaca Jiménez.
Hace unos días, la vicepresidenta reiteró sus diferencias al movimiento durante su interlocución del mediodía, donde aseguró que las Comisarías de la Mujer fueron cerradas en el pasado ya que “por ahí andaban las disfrazadas promoviendo el aborto desde las Comisarías”.
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“Las disfrazadas como en los pasquines de la zorra y el cuervo que usan un disfraz para cada cosa” fueron las palabras de la vicepresidenta de Nicaragua para referirse a las feministas.
Torres, quien colaboró en la Comisaría del Distrito VI, asegura que este gobierno “ha descuidado y tiene involuntad política” con las mujeres y las niñas.
Recuerda que nunca se cumplió con la ley para que estas estuviesen completas pues dentro de las Comisarías había defensoras capacitadas por el movimiento de mujeres para vigilar y acompañar la atención, pero para dejarlas fuera se llegó a sostener secretismo con las mujeres. Y fue así como estas terminaron cerrándose.
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