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Ucrania ordena deponer las armas a los últimos defensores de la acería de Mariúpol

Biden ha presentado la guerra en Ucrania como parte de un combate a favor de la democracia y contra el autoritarismo.

Destrozos en una fábrica de Mariúpol, Ucrania. Foto: Olga Maltesva / AFP

Ucrania ordenó el viernes a sus tropas atrincheradas en la acería Azovstal de Mariúpol deponer las armas, tras casi tres meses de resistencia a la ofensiva rusa que ha arrasado la ciudad portuaria del sudeste del país.

El asedio ruso a esta estratégica localidad, ubicada a orillas del mar de Azov, ha dado lugar a numerosas acusaciones de crímenes de guerra, incluyendo la de un ataque contra una maternidad.

El Ministerio ruso de Defensa difundió un video en el que se ve a soldados saliendo de la planta, algunos con muletas, tras semanas de asedio.

Dos periodistas de la cadena rusa RT, heridos en el este de Ucrania

«El máximo mando militar dio la orden de salvar las vidas de los soldados de nuestra guarnición y dejar de defender la ciudad», declaró el comandante del batallón ucraniano Azov, Denys Prokopenko, en un video divulgado en Telegram.

Sus efectivos, añadió, siguen tratando de sacar de la planta a los soldados muertos.

«Ahora espero que pronto, las familias y todos en Ucrania puedan enterrar a sus combatientes con honores», señaló.

Ucrania desea intercambiar soldados de Azovstal por prisioneros rusos, pero las autoridades prorrusas de la región de Donetsk afirmaron que algunos podrían ser juzgados.

«Esperamos que […] todos los prisioneros de guerra sean tratados de acuerdo con la Convención de Ginebra y el derecho de la guerra», dijo el portavoz del Departamento estadounidense de Defensa, John Kirby.

En Ucrania, el primer militar ruso juzgado por crímenes de guerra pidió «perdón» ante un tribunal de Kiev, al detallar cómo mató a un civil al inicio de la invasión rusa, hace casi tres meses. El veredicto debería pronunciarse el 23 de mayo.

«Realmente lo siento», declaró Vadim Shishimarin, de 21 años.

Más ayudas

Rusia centró en las últimas semanas su ofensiva en el este y el sur de Ucrania, arrasando pueblos y aldeas, tras ver frustrada su tentativa de conquistar la capital, Kiev.

La resistencia ucraniana desde el inicio de la invasión, el 24 de febrero, contó con un fuerte respaldo financiero y militar de Estados Unidos y la Unión Europea (UE).

El jueves, el Congreso de Estados Unidos aprobó un paquete de ayudas valorado en 40.000 millones de dólares.

Y el G7, que agrupa a los países más industrializados, prometieron 19.800 millones de dólares para apoyar las finanzas de Ucrania.

Un «infierno»

Las fuerzas rusas intentan apoderarse totalmente del Donbás (este), una zona de habla rusa parcialmente controlada por separatistas pro-Kremlin desde 2014.

«En el Donbás, los ocupantes intentan aumentar la presión», dijo el jueves el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. «Es un infierno, y no es una exageración», señaló.

Doce personas murieron y 40 resultaron heridas en un bombardeo en la ciudad de Severodonetsk (este), informó el gobernador regional.

Las fuerzas rusas están rodeando esa ciudad y la vecina Lysychansk, separada de Severodonetsk por un río que marca el frente de la guerra. Ambas representan el último reducto de resistencia ucraniana en la región.

El ministro ruso de Defensa, Serguei Shoigu, afirmó que sus tropas están cerca de controlar totalmente la región separatista de Lugansk, igualmente en el este.

«Apoyo total» a Suecia y Finlandia en la OTAN

Biden ha presentado la guerra en Ucrania como parte de un combate a favor de la democracia y contra el autoritarismo.

El jueves, el mandatario estadounidense ofreció «apoyo total y completo» a Finlandia y Suecia en su campaña para ingresar en la OTAN.

Históricamente, esos dos países se habían mantenido al margen de la alianza de defensa transatlántica, pero la invasión rusa los empujó a acercarse a ella.

El principal escollo es Turquía, un miembro de la OTAN, que acusa a los dos países nórdicos de acoger a extremistas separatistas del Kurdistán, en conflicto desde hace décadas con Ankara.

Shoigu advirtió que el Kremlin respondería a cualquier expansión de la OTAN creando más bases militares en el oeste de Rusia.

«No somos idiotas»

El conflicto está teniendo impactos negativos en la economía global, sobre todo en los mercados de la energía y los alimentos.

Rusia y Ucrania aseguran el 30% de las exportaciones mundiales de trigo y la guerra ha hecho que los precios del grano se disparen. Rusia también es un importante exportador de fertilizantes.

Washington pidió a Moscú que permita las exportaciones de cereales ucranianos bloqueados en los puertos del mar Negro.

Pero el expresidente de Rusia Dmitri Medvedev culpó de la situación a los occidentales.

«Por un lado, se imponen unas sanciones irracionales contra nosotros y, por otro, nos piden suministros de comida», declaró en Telegram. «Las cosas no funcionan así, no somos idiotas», añadió.

Autor
Nicaragua Investiga
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