La vocera y vicepresidenta del régimen sandinista, Rosario Murillo, atacó nuevamente a los sacerdotes católicos de Nicaragua, insinuando que los religiosos responden a «designios diabólicos» y «no representan a Dios» en el mundo.
La arremetida la hizo este martes 2 de enero, después que su régimen ejecutó una redada contra religiosos durante las fiestas de fin de año.
EEUU exige la liberación de monseñor Álvarez y demás sacerdotes presos
La también esposa del dictador Daniel Ortega, conocida por sus prácticas esotéricas, declaró que «su fe» nadie se la dicta, «solo Dios», y sin mencionar directamente a los sacerdotes continuó sermoneando que «la fe no se acomoda a las ambiciones personales de algunos».
«Acomodar la vida a sus designios que no son divinos, son terriblemente humanos, y muchísimas veces son designios que hemos conocido como diabólicos», dijo.
El papa expresa preocupación por ola de detenciones de sacerdotes en Nicaragua
«¿Cómo podemos creer en personajes que destilan maldad? ¿Cómo podemos creer en personajes cuyos vozarrones hablan de codicia, de envidia, egoísmo, maldad? ¿Cómo podemos creer que puedan ser representantes de Dios en la Tierra?», añadió Murillo en su habitual llamada telefónica a medios oficialistas.
«Ese no es el rostro de Dios», dice Murillo
En su arrebato señaló, sin decir nombres, que «hay caras conocidas» que son de «engaño, farsa, fraude, que tienen que ver con los vicios, los pecados capitales y el afán de protagonismo». «Ese no es el rostro de Jesús, no es el rostro de Dios», manifestó.
Durante la temporada de la fiesta cristiana de Navidad y la celebración de Fin de Año la dictadura desató una cacería de sacerdotes cuando fueron detenidos arbitrariamente más de diez religiosos, incluidos párrocos, seminaristas y el obispo de Siuna, monseñor Isidoro Mora.
Fuentes cercanas a la Iglesia católica en Nicaragua afirman que la dictadura prohíbe a los párrocos orar por monseñor Rolando Álvarez, reo de conciencia de Ortega y Murillo. La feroz persecución religiosa se ejecuta junto a una permanente campaña de desprestigio en la voz de Murillo.
