En una movida que ha encendido aún más las tensiones diplomáticas con Panamá, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo designó a Jessica Yaoska Padilla Leiva como nueva embajadora de Nicaragua en el país canalero, según el acuerdo presidencial 210-2024 publicado este lunes 30 de diciembre de 2024 en el Diario Oficial La Gaceta.
La decisión se produce días después de que Consuelo Sandoval Mesa presentara su renuncia al cargo, en lo que autoridades nicaragüenses califican como un “paso técnico” habitual.
Padilla Leiva, reconocida por su lealtad a la vicepresidenta sancionada Rosario Murillo, ocupaba hasta ahora la embajada en República Dominicana y anteriormente se desempeñó como ministra de la Mujer (2020-2024).
Su llegada a Panamá se da en un contexto altamente sensible. Desde febrero, la sede diplomática nicaragüense alberga al expresidente panameño Ricardo Martinelli, condenado a más de diez años de prisión por blanqueo de capitales en el denominado caso “New Business”.
El gobierno de José Raúl Mulino ha expresado reiteradamente su inquietud ante la posibilidad de que la embajada nicaragüense se convierta en un “foco de reuniones políticas”, utilizado por Martinelli para promover su agenda y desacreditar el sistema judicial panameño.
El pasado 12 de diciembre, el mandatario advirtió que la convocatoria a la Cancillería de la entonces embajadora Sandoval Mesa no era más que una “primera advertencia” para que la sede diplomática respete los límites del asilo y se abstenga de intromisiones en asuntos internos de Panamá.
Pese a los señalamientos, el régimen de Ortega responde con la sustitución de su representante. Analistas y fuentes diplomáticas ven en el nombramiento de Padilla Leiva una jugada para aplacar las presiones oficiales panameñas, pero sin renunciar al apoyo brindado a Martinelli, cuya actividad política no ha cesado ni siquiera bajo la figura de asilado. El canciller panameño, Javier Martínez-Acha, había pedido a principios de mes que se restringiera cualquier actividad proselitista dentro de la embajada nicaragüense.
Entretanto, la Cancillería panameña confirmó que Sandoval Mesa mantendrá sus funciones hasta que Nicaragua notifique oficialmente su retiro.
¿La embajada como plataforma política?
Las polémicas declaraciones del exmandatario Martinelli contra diversos proyectos panameños —entre ellos la reforma a la Seguridad Social— alimentan la percepción de que Nicaragua le está proporcionando una tribuna diplomática para presionar a las autoridades locales. El ministro de Economía de Panamá, Felipe Chapman, llegó a tildar a Martinelli de “mitómano” que “promueve el caos” con sus opiniones en redes sociales.
Para el régimen sandinista, la crisis en la embajada de Panamá es una pieza más en su ajedrez de alianzas y provocaciones. Críticos señalan que Ortega busca instrumentalizar la figura de Martinelli para mantener un pulso con el gobierno panameño y, de paso, dar un mensaje de fuerza a la comunidad internacional: quien busque la protección de Managua, la obtiene sin miramientos, incluso a costa de las normas diplomáticas convencionales.
Con la llegada de Jessica Padilla Leiva, Managua deja claro que la permanencia de Martinelli no está en discusión, mientras que los roces con Panamá podrían agudizarse, poniendo a prueba la voluntad de Mulino de contener la injerencia sandinista y salvaguardar la soberanía política de su país.
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