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¿Cuáles son los requisitos que debe reunir un candidato presidencial?

Son muchos nombres los que suenan pero casi ninguna propuesta concreta para dar respuesta a los problemas que aquejan a millones de nicaragüenses

En el espectro político suenan las eventuales candidaturas de personajes que podrían ser los ungidos para enfrentar electoralmente al de siempre, el caudillo Daniel Ortega y su Frente Sandinista de Liberación Nacional, en los comicios de noviembre próximo.

Aunque la oposición aún no logra estar unida hay quienes han confirmado sus deseos de llegar a la silla presidencial como Félix Maradiaga, Miguel Mora, George Henríquez y los primos Juan Sebastián y Cristiana Chamorro, aunque algunos alegan que aspirarían al cargo de Jefe de Estado solo «si el pueblo de Nicaragua se los pide».

La Constitución Política del país impone ciertos requisitos para quien aspire a la presidencia. Ser nicaragüense, estar en pleno goce de sus derechos civiles y políticos, ser mayor a 25 años de edad, haber residido en Nicaragua de forma continua durante los últimos cuatro años anteriores a la elección. Las únicas excepciones son cuando la persona haya cumplido misión diplomática, trabajare para organismos internacionales o realice estudios en el extranjero.

Sin embargo, para algunos como el Dr. Carlos Tünnerman, considerado como el padre de la autonomía universitaria, quien aspira a la presidencia debe cumplir con el perfil de una persona honorable, con capacidad para dirigir a la nación.

5 promesas incumplidas por Daniel Ortega durante sus años de gobierno

“Ser una persona reconocida por su trayectoria de honorabilidad, que conozca la realidad nicaragüense, cuáles son las prioridades que tienen que atenderse, cuáles son los problemas fundamentales que tenemos y que se comprometa precisamente para resolver esos problemas” enfatiza Tünnerman.

Una visión similar tiene el ex diplomático Mauricio Díaz, quien opina que un candidato presidencial “debe ser alguien con vocación de servicio, que no vea al gobierno como un medio para llegar a enriquecerse”, pues el Estado no puede seguir siendo un botín como en gobiernos pasados.

El mejor ejemplo del “Estado botín” es el gobierno de Arnoldo Alemán, en donde fueron ampliamente conocidos los actos de corrupción por parte de funcionarios públicos como Martín Aguado, ex director del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social acusado de defraudar a los nicaragüenses por más de 700 millones córdobas.

Martín Aguado, el tesorero del PLC acusado de defraudar al INSS

O los conocidos casos de “El Camionetazo”, protagonizado por el ex titular de la Dirección General de Ingresos, Byron Jerez, quien hoy ostenta un escaño en la Asamblea Nacional. Pero hasta el mismo Arnoldo Alemán cuando dejó la presidencia fue acusado y condenado a 20 años de prisión en 2003, pero seis años más tarde, el Poder Judicial controlado por Daniel Ortega lo absolvió y puso en libertad.

Arnoldo Alemán, expresidente de Nicaragua ha sido considerado uno de los mandatarios más corruptos de la historia.

Conocimientos técnicos

Además de ser una persona honorable, el candidato presidencial debe ser alguien capaz, profesional y técnicamente, para sacar a flote a un país con su economía destruida, su institucionalidad democrática socavada y una sociedad profundamente polarizada.

“Una persona honrada, honorable, con capacidad profesional porque el Estado requiere de conocimientos técnicos, profesionales” comenta Mauricio Díaz, y detalla que una persona que tenga experiencia en el servicio público no necesariamente es un requisito, pero aporta bastante a la selección.

Así fue como la UNO seleccionó a Violeta Barrios para que enfrentara a Daniel Ortega en 1990

Pero un presidente no gobierna solo, porque echar adelante un país no es trabajo de una sola persona y por ello los equipos que se conformen en ministerios y demás Poderes del Estado son muy importantes, pues “los presidentes no son genios”, comenta Díaz.

Los presidentes anteriores

Entre los mandatarios que ya han ocupado la presidencia de la República hay algunos que a criterio de los ex diplomáticos Tünnerman y Díaz, cumplieron con el perfil de honorabilidad y realizaron una buena gestión durante su administración, además que supieron sacar al país adelante en medio del contexto en que gobernaban. Ambos resaltan las administraciones de Violeta Barrios (1990 – 1996) y Enrique Bolaños (2002 – 2007).

Mauricio Díaz menciona que Bolaños es «un profesional, experto en temas computacionales” y destaca que hasta la fecha, Bolaños ha dedicado la última parte de su vida para crear una biblioteca virtual que representa un gran legado para la historia de los nicaragüenses. Díaz ve en Bolaños a una persona muy ética y de principios casi inquebrantables, y rememora que  “no le quiso dar trabajo a su propio hijo que era un experto en maíz, porque él decía que eso era nepotismo”.

La ex presidenta (1990-1997) de Nicaragua Violeta Barrios de Chamorro, agradece la Orden Ruben Dario que le impusiera el presidente de Nicaragua Enrique Bolaños el 25 de abril del 2006 en la Casa Presidencial en Managua.AFP PHOTO/Miguel ALVAREZ

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En lo que respecta a Violeta Barrios, “no fue fácil pasar de la guerra a las pos guerra, a la paz basados en algo que se pretendió que era la reconciliación nacional» menciona Díaz, y destaca el gran esfuerzo que hizo la ex presidenta por devolverle la democracia a los nicaragüenses la cual se perdió con el pacto FSLN – PLC realizado a finales de la década de los 90s.

“El pacto famoso le imposibilitó (a Bolaños) tener un gobierno que cumpliera todos los objetivos que se había propuesto” comenta Díaz y agrega que desde el regreso de Daniel Ortega al poder se ha destruido la institucionalidad democrática y los todos los esfuerzos por restablecerla.

Variedad de candidatos

A pesar de que aún no se garantiza que el proceso electoral de noviembre próximo tendrá garantías de que sea justo y transparente, y mucho menos que se consolide la unidad de la oposición, la Coalición Nacional prepara un mecanismo de primarias entre sus mismos miembros para escoger a la persona que los represente en la contienda electoral.

Son muchos nombres los que suenan pero casi ninguna propuesta concreta para dar respuesta a los problemas que aquejan a millones de nicaragüenses. El Dr. Tünnerman, sin embargo, está confiado en que los opositores podrán escoger a ese candidato único, aunque reconoce que el tiempo corre rápido y los avances de la oposición son pocos y muy lentos.

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«A mí no me preocupa que surjan muchos aspirantes a la presidencia. Yo sé que al final tendremos que encontrar la forma de que vayamos a las elecciones con un candidato único”, detalla Tünnerman, quien considera que el candidato no debe salir de un proceso de elecciones primarias.

“Lo que no podemos tener en este momento son elecciones primarias porque ya no hay tiempo. Además, según la Ley, las elecciones primarias las debe organizar el Consejo Supremo Electoral y nadie tiene confianza en el actual Consejo Supremo Electoral”, y es por ello que propone procedimientos alternativos que se han implementado en otros países con los cuales se puede escoger a un candidato como encuestas, consultas con grupos de la sociedad civil, grupos empresariales y demás sectores importantes de la población.

La oposición elegiría a su candidatos primarios de cara a los comicios.

El peligro del caudillismo

Cuando se escoja al candidato, y si es que los opositores logran ponerse de acuerdo al rededor de uno, los nicaragüenses también enfrentarán el nefasto fantasma del caudillismo, que está presente en el mismo Daniel Ortega y Arnoldo Alemán, por mencionar ejemplos conocidos. Sin embargo, es fácil identificar a potenciales caudillos si se revisa el manual del fallecido escritor e intelectual Emilio Álvarez Montalván.

En su libro Cultura Política Nicaragüense, Álvarez Montalván apunta que todo el que aspire a ser caudillo en Nicaragua debe reunir ciertas cualidades como el carisma personal con un discurso lleno de «afirmaciones y promesas, contundente, y gestos espectaculares, con poder de realmente fácil comunicación, que despierte admiración y obediencia, hasta llegar a la incondicionalidad».

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El siguiente requisito es haber desafiado a la muerte «con hechos heroicos y audaces», además de ser generoso con sus seguidores y ser perseverante en la lucha contra el poder. Esa imagen de perseverante debe cuidarse pues se puede perder con actitudes contrarias a su discurso, detalla el intelectual en su libro.

Por otro lado, los aspirantes a caudillo también deben olvidarse de todo lo demás que hacen y dedicarse únicamente a la política. También deber ser paternalistas o maternalistas, lo cual demanda ofrecer dinero propio o de las arcas del Estado para cuidar a sus fieles seguidores, así como mantener accesibilidad y comunicación con los más pobres, sin mencionar que debe guardar buena memoria para reconocerlos cuando se encuentre con ellos.

El caudillo también debe tomar decisiones rápida y heroicas, al calor del momento, «que incluso pudieran poner en peligro su vida, su prestigio, su fortuna». Quienes son cuidadosos, calculadores y cautelosos no son buenos aspirantes para ser caudillos en Nicaragua.

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