Danieska decidió abandonar la red social Facebook cuando en junio del 2020 sufrió una crisis nerviosa. El 24 de ese mes sintió que se ahogaba. “Y que moría”, dice. “La red social parecía un enorme obituario, fue horrible”, cuenta ahora en un pasillo de la universidad donde cursa su segundo año en la carrera de derecho.
La derrumbó por completo leer que su profesora de español en la secundaria había perdido la batalla contra el Covid. Dos semanas y media antes, se había unido a una cadena de fe y solidaridad que la misma maestra pidió para sus padres, quienes tampoco lograron ganarle al virus. “En esa casa, tres personas murieron en menos de un mes”, señala aún impactada.
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El 2020 es un año que ni Danieska, ni ningún nicaragüense olvidará fácilmente. El virus tenía apenas tres meses de haberse instalado en el país y rápidamente comenzó a matar. Médicos independientes señalan que el número de muertes en ese año ha sido el más alto de los últimos cuatro y que les queda claro que en ese “disparo” de cifras, se hallan las víctimas de Covid-19 que la narrativa oficial quiere mantener ocultas.
21 muertes más, cada 24 horas
Del Mapa de Salud del Ministerio de Salud (MINSA), se desprende que desde el 2017 hay un promedio anual de fallecimientos por diferentes enfermedades de hasta 24 mil 252 personas, lo que en el año significarían unos 66 decesos diarios por diferentes males. Pero en 2020, esa cifra llegó a elevarse a 31 mil 911, unos 87 decesos promedio por día, 21 más que lo que se estaban registrando desde el 2017.
Para el doctor Liber Solís, los números debieron alarmar al sistema de salud y ellos llamar a la población a tomarse en serio las medidas de bioseguridad para reducir las pérdidas de vidas. Pero en el país, no ocurrió ni una cosa ni la otra. Los médicos que salieron por su cuenta a denunciar la poca información que se estaba proveyendo desde el Estado, fueron despedidos y abruptamente echados de los hospitales públicos.
El epidemiólogo, Leonel Argüello advierte que las autoridades fallaron en no actuar con lo que en epidemiología se llama “exceso de mortalidad”. “Con esta técnica se busca saber qué estaría causando las muertes. Por ejemplo, el MINSA ve que en los últimos cinco años, ocho personas murieron por infarto y revisa que hay un patrón cada tiempo y ahí se da cuenta que el incremento se triplicó en tantos números de casos diarios, eso se te dice que hay algo que está ocurriendo con tal o cual enfermedad”, explica el especialista.
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Y es que, aunque el mismo MINSA registró en su Mapa de Salud que en 2020 fallecieron 7,659 personas más que en el promedio de los últimos cuatro años, no hubo ninguna comunicación para advertirle a la gente que debían tomar acciones para evitar el contagio y exponerse a una muerte segura.
Al contrario, fue el mismo gobierno el que promovió la aglomeración de nicaragüenses en actividades públicas, mientras el mundo se encerraba en casas y se suspendían actividades que significaran la cercanía entre la gente. Para muestra: el fin de semana del 02 y 03 de mayo de ese año, la vocera gubernamental, Rosario Murillo anunció 400 actividades relacionadas a ferias y fiestas hípicas en varios municipios y departamentos del país. Eso, a sabiendas que un virus letal andaba libre y matando.
Neumonía, coartada imperfecta
Las consecuencias de esas acciones no tardaron en salir a luz. El 19 de mayo, Daniel Ortega hizo malabares para explicar un aumento inusitado de muertes por neumonía: 309 admitió. Aseguró que solo “algunas” estaban relacionadas al virus, aunque no logró convencer. Un Ortega pausado y a veces errático, minimizó el aumento bajo el argumento que en años anteriores ya habían tenido ese pico y para nada se refirió a la pandemia que apenas se asomaba, pero que cada día y con mucha rapidez sumaba dígitos.
Los médicos independientes rechazaron su versión. Dijeron que las autoridades estaban obligadas a considerar que los números estaban ligados al virus o al menos mencionar que lo sospechaban. “Es que en medio de una pandemia como la del Covid, todo paciente con fiebre y con cuadro respiratorio es sospechoso hasta que con una prueba científica se demuestre lo contrario”, explica el doctor Solís.
El gobierno creyó encontrar en la neumonía su coartada ideal para “enterrar” los números reales de decesos Covid. Con lo que no contaban, es que, si hay cuerpo, no hay crimen perfecto. “Ese exceso de mortalidad te estaba indicando una alerta”, agrega el doctor Argüello. El especialista cree que los números siguen delatando lo que ha pasado en Nicaragua con el Covid.
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Y no se equivoca. Solo en el caso de las muertes por neumonía de ese año, los médicos advierten que se cuadruplicaron en relación a los informes del pasado y el Mapa de la Salud del mismo Minsa no los deja mentir. Por ejemplo, en 2017 los fallecidos por neumonía llegaron a superar las 600 víctimas; fueron 786 esa vez, 566 en 2018 y 539 en 2019. Pero en 2020, las muertes por esa causa llegaron a ser 2 mil 844. Y no solo eso, esa causa de muerte que del 2017 al 2019 se mantuvo en la posición nueve, escaló hasta la posición número cuatro.
Pero no solo pasó con la neumonía. Las muertes por infarto se duplicaron en 2020, en relación al promedio de los últimos cuatro años. Solo en Rivas, en la misma semana y con tan solo un día entre una muerte y la otra, dos personas murieron de forma súbita en las calles de este municipio. La última víctima fue identificada como Irineo Delgadillo Méndez, de 62 años.
“Hay una tasa de mortalidad considerada. Ambos números están afectados por la pandemia, al final el paciente tiene múltiples padecimientos, pero es el Covid el que les causa un mal grave asociado a su enfermedad de base, lo que no se puede negar es que llegó a ese estado por el virus”, explica el doctor Solís.
Muertes en tiempos de paz
Entre abril y mayo de 2020 las funerarias del país casi colapsaron por la demanda. Los administradores de La Amistad, unas de las más antiguas de la capital, dijeron que los pedidos aumentaron en un 300% en esos meses. Contaron que un año antes, en ese mismo periodo habían vendido cerca de 70 ataúdes y que al año siguiente, el pedido llegó a 400.
El negocio familiar se vio obligado a contratar más personal y redoblar turnos de hasta 24 horas sin parar para tener en existencia. “Una demanda como esa solo en la guerra de los 80 que yo recuerde”, dice uno de sus dueños.
La comparación no es exagerada. La cantidad de decesos que el virus sumó a las estadísticas de muerte promedio, igualan al año 2020 a la cantidad de muertes ocurridas en 1988, uno de los años de más luto en el país producto de la guerra entre sandinistas y contras. Ese año, según datosmacro.com hubo 32, 456 decesos en el país por diferentes causas, principalmente la lucha armada, una cifra que se mantuvo similar durante dos años más y solo disminuyó en 1991. 32 años después, un virus igualaba las cifras de muerte, solo que en tiempos de paz.
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La semana pasada, el Observatorio por la Transparencia y Anticorrupción, denunció que en el país hay un estimado de entre 6,000 y 9,000 muertes de Covid-19 que el gobierno se niega a reconocer. La investigación titulada “Covid-19 y opacidad: La fórmula de muerte en Nicaragua” acusa a las autoridades de ocultar muertes y los números reales de pacientes contagiados.
“Hablamos de nueve mil personas en 2020, y no sabemos con cuanto cerrará este año, hay un subregistro que debe alarmarnos también”, dice el doctor Argüello. El epidemiólogo se declaró pesimista tomando en cuenta que diciembre es un mes de aglomeraciones y la gente se puede confiar. “Si, hay más gente vacunada, los casos han bajado, pero el virus sigue ahí y seguirá matando”, advierte.
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