Con una simpatía de apenas el 13 % de la población de Nicaragua y con un acto sin el acompañamiento de sus homólogos izquierdistas, el régimen de Daniel Ortega celebrará el 44 aniversario de la Revolución Popular Sandinista más solo que nunca.
En una encuesta realizada junio, el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), alcanzaba un paupérrimo 16 % de simpatía entre la población de Nicaragua. Un mes después, otra encuesta de la firma Cid Gallup, reveló que la aprobación hacia dicha organización política había descendido a un 13 %, e incluso el 35 % de los denominados sandinistas desaprueban al régimen.
Y es que hay un descontento generalizado que abarca simpatizantes del partido hasta funcionarios de gobierno pequeños y grandes, ya que la prolongada crisis los está afectando a todos y viven con el miedo a ser despedidos o amenazados, según explica la socióloga Elvira Cuadra.
“El régimen de los Orega-Murillo ha entrado en un proceso acelerado de erosión de su base de apoyo. El descontento y la insatisfacción por el rumbo del país, los niveles de control y vigilancia, así como la prolongación de la crisis ya alcanza hasta sus propios partidarios, especialmente a los empleados públicos que se encuentran en una gran incertidumbre pues no saben en qué momento los llegan a despedir o amenazar”, señala Cuadra.
Régimen “está en su etapa final”
El analista político José Dávila Membreño va más allá y apunta que el régimen Ortega-Murillo ya está en decadencia y que es tan solo cuestión de tiempo para que llegue a su fin, pues “solo la represión les ha quedado para imponerse, porque la autoridad la perdieron”.
“Este régimen impuesto por el Frente Sandinista desde 1979 ha llegado a su absoluta decadencia, ha perdido toda legitimidad, credibilidad, autoridad por leyes sociales, políticas y por axiomas de la historia se puede considerar que este régimen está en su etapa final”, sostiene Dávila Membreño.
La realidad tampoco es distante a las encuestas, cada semana se conocen noticias de reconocidos sandinistas que han llegado a Estados Unidos a través del parole humanitario. Muchos de ellos participaron activamente con la dictadura para reprimir al pueblo en general y perseguir a opositores. Varios de los que se encuentran en ese país son exfuncionarios del régimen y hasta expolicías y miembros de la Juventud Sandinista.
“Desangre interno” amenaza al régimen
María de Jesús Guzmán Gutiérrez, ahora ex subcomisionada de la Policía de Nicaragua, fue la más reciente desertora en llegar al llamado “imperio yanqui”, pero no ha sido la única, antes de ella lo hicieron otros oficiales del órgano represor del régimen Ortega-Murillo. Esto corresponde a “otra señal clara de ocaso” del régimen, según señala el José Dávila.
“Es el desangre interno que se está dando, hasta con los que se están aprovechando del parole humanitario que ha ofrecido USA (Estados Unidos de América). Los que quedan leales, cúpulas militares y policiales, ministros, miembros y directivos sandinistas de la asamblea, son tristes rehenes, aún sean bien pagados”, añade el analista político.
Pese a que la dictadura sandinista ha aumentado abruptamente el número de policías desde que tomó el poder en 2007 y realiza entre tres y cuatro graduaciones anuales, sirve de muy poco, la cantidad de oficiales que renuncian a sus filas parece ser mayor.
“En las últimas semanas se han hecho más frecuentes los reportes en redes sociales sobre personas afectas al régimen que han abandonado el país para irse a Estados Unidos, especialmente policías y trabajadores del poder judicial. Eso está lesionando seriamente a los pocos partidarios que todavía le quedan y entre la población en general, el descontento se ha profundizado especialmente a raíz del incremento de los ataques a la iglesia y las creencias religiosas de la gente”, señala la también directora del Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (CETCAM), Elvira Cuadra.
Cárcel para quienes desobedezcan órdenes
Toda esa situación ha obligado al régimen a modificar la Constitución Política y la Ley de Organización, Funciones, Carrera y Régimen Especial de Seguridad Social de la Policía Nacional (N°. 872), para intimidarlos con cárcel si abandonan o desobedecen las órdenes del aparato represor.
Las modificaciones aprobadas por la Asamblea Nacional el pasado 5 de julio, obligan oficialmente a la Policía a obedecer las órdenes del régimen, pese a que esto ya se hacía de manera de facto a vista de todos.
El segundo artículo agregado a la Ley 872, señala que si el personal policial desobedece las órdenes superiores, “será sancionado con una pena de seis meses a dos años de prisión” y en caso que deserten de la Policía, “será sancionado con una pena de dos a tres años de prisión”, esto último según lo dispuesto por un tercer artículo.
Nadie los quiere
“Este régimen se ha alejado de toda la población, de lo internacional y está en absoluto agotamiento. Lo que no se puede es pronosticar una fecha o una forma, pero tiene su vigencia muerta con el agravante que ha puesto en duda la viabilidad del país porque lo ha destruido, es cuestión de tiempo, de agudización de contradicciones y es cuestión de que ya no tiene de donde enriquecerse, de donde tomar nuevas ideas, es un régimen que está absolutamente agotado, solo le queda el camino de caer”, expone José Dávila.
El 19 de julio del 2022, la única figura de relevancia en participar en la máxima actividad sandinista, fue el primer ministro de San Vicente y Las Granadinas Ralph Gonsalves, a quien Ortega llamó “tío Ralph”. El mandatario que ostenta el cargo de primer ministro por 22 años ininterrumpidos desde 2001, se robó el ‘show’ la noche del 19 de julio del año pasado al bailar con Rosario Murillo y un Ortega tratando de seguir el ritmo de la música.
Al igual que Miguel Díaz-Canel de Cuba, el “tío Ralph” se encuentra en Bruselas participando en la Cumbre de la Unión Europea y la CELAC, por lo que al parecer no acompañará a la pareja presidencial de Nicaragua este 2023, esto es un “indicativo de sus limitadas relaciones exteriores”, añade Elvira Cuadra.
Según la socióloga, esto es la muestra del “rechazo de la comunidad internacional respecto a sus actuaciones principalmente en materia de derechos humanos, libertades y derechos”.
“19 de julio es un mal recuerdo”
El rechazo viene de manera fuerte de parte de la población nicaragüense y hasta de sus mismos partidarios, tanto así, que desde años dejó de celebrarse el aniversario revolucionario en la antigua Plaza de La Fe que se abarrotaba de gente. El régimen redujo la actividad con partidarios seleccionados en la Plaza de la Revolución, frente al Palacio Nacional y este año se trasladará a la Plaza de la Dignidad, un espacio más reducido contiguo al antiguo Estadio Nacional.
“Ya el 19 de julio es un mal recuerdo para los nicaragüenses por eso es tan miserable la celebración que se está haciendo. Se puede decir que está en una etapa final la vigencia de este régimen”, agrega José Dávila.
Elvira Cuadra señala que los Ortega-Murillo han practicado una política exterior de autoaislamiento selectivo, es decir, «que han cerrado las puertas a los países que demandan una salida democrática a la crisis, restablecimiento de derechos y libertades ciudadanas». «Pero abre las puertas a regímenes abiertamente autoritarios con los que ha venido estrechando relaciones tanto en Centroamérica, Latinoamérica y el resto del mundo”, añade.
El régimen podría mejorar su situación si restableciera los derechos arrebatados a los nicaragüenses e implementara medidas a favor de la democracia, sin embargo, Dávila señala que el problema de ello es que tendría consecuencias fatales para los Ortega-Murillo.
“Las medidas a favor de la democracia, al final de cuentas tendrá consecuencias contra la familia dictatorial… el régimen se puso contra la pared ellos mismos, están en un callejón sin salida, han acabado con el país”, sostiene el analista político.
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