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La historia de Róger Miranda Bengoechea, el mayor desertor del sandinismo

El 25 de octubre de 1987, la mano derecha de Humberto Ortega huyó de Nicaragua llevándose secretos que comprometían al sandinismo. Esta es la historia

Dennis Moncada (izquierda) junto Róger Miranda (Derecha).
Dennis Moncada (izquierda) junto Róger Miranda (Derecha).

El 3 de noviembre de 1987, autoridades estadounidenses anunciaron que estaban interrogando a un militar nicaragüense que había desertado del ejército de los sandinistas, que gobernaban en Nicaragua en ese momento, y que estaban valorando si lo que hablaba era útil para Estados Unidos, en un contexto en el que los norteamericanos financiaban a los contras, los que a su vez estaban trenzados con los sandinistas en una guerra civil.

En Nicaragua ya se sabía de quién se trataba, pues unos días antes, el entonces jefe del ejército sandinista, Humberto Ortega, brindó declaraciones afirmando que había desertado el mayor Róger Miranda Bengoechea, su asistente y mano derecha.

Ortega, hermano del también entonces presidente Daniel Ortega, hoy dictador, trató a Miranda de un “gusanito” que se llevó consigo varios documentos de cuestionable valor estratégico, según divulgó AP en un cable, y que se trataba de alguien que había luchado al lado de los sandinistas contra la dinastía de los Somoza, pero se fue “resentido” porque tres meses antes no fue ascendido a teniente coronel.

Miranda Bengoechea huyó de Nicaragua el 25 de octubre de 1987, decepcionado y frustrado políticamente, según dijo después, por el rumbo que los nueve comandantes sandinistas le habían dado a la revolución sandinista que asaltó el poder en julio de 1979, tras el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza Debayle.

A través de un libro que tituló The civil war in Nicaragua, inside the sandinistas, y también a través de entrevistas con los periodistas nicaragüenses Eduardo Marenco y Roberto Fonseca, Miranda Bengoechea relató cómo hizo para salir de Nicaragua, avocarse con la CIA y denunciar los planes de los sandinistas en ese año 1987, cuando pretendían, con la ayuda de los soviéticos, aumentar a 600 mil soldados el ejército sandinista, obtener aviones supersónicos MIG-21, armamento pesado y hasta barcos de guerra.

Miranda Bengoechea pensaba que ese armamentismo de los sandinistas traería como consecuencia una inminente invasión de Estados Unidos en Nicaragua.

Por su parte, el general en retiro Glauco Robelo afirmó, en una entrevista con Mónica Baltodano, que el mejor trabajo que hicieron los Estados Unidos, de penetración al máximo nivel en el sandinismo, fue el de Miranda Bengoechea, de quien también asegura que ya tenía antecedentes de «traidor», cuando todavía se luchaba contra Somoza en 1979.

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El FSLN

Miranda Bengoechea tenía sobradas razones para ser antisomocista, pues su abuelo, el conservador Bonifacio Miranda, fue asesinado por la Guardia Nacional cuando estaba encarcelado, tras ser capturado en la redada que realizaron los hijos de Anastasio Somoza García, luego del asesinato en León de este último.

No fue difícil para Miranda Bengoechea unirse al Frente Sandinista (FSLN), que luchaba contra los Somoza, cuando se lo propusieron en 1969, en su natal Granada.

Desde entonces, estudió bastante el pensamiento de Sandino, así como el marxismo y otros libros comunistas que hablaban de una mística revolucionaria que incluía humildad, modestia, honestidad y disciplina.

Sin embargo, fue expulsado del FSLN al año siguiente y, tres años después, se fue a Chile, ya convertido en marxista leninista, y se unió a Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR).

Para el tiempo en que se produjo el golpe de Estado contra Salvador Allende, fue herido en la cadera por una bala de fusil FAL. Según Glauco Robelo, el también nicaragüense Alfonso García sacó a Miranda Bengoechea de Chile y lo llevó a México.

A través de la sandinista Gloria Campos, en 1976 Tomás Borge le envió una carta diciéndole: “Camarada, la organización ha decidido reconsiderar su caso”. Así, regresó al FSLN y, durante el último año de Somoza, fue segundo al mando de las fuerzas del FSLN en Masaya.

La mano derecha de Humberto Ortega

Durante los primeros treinta meses del nuevo gobierno sandinista, Miranda Bengoechea trabajó directamente con dos de los nueve comandantes, Humberto Ortega y Carlos Núñez, y también con el jefe del Estado mayor del ejército sandinista, Joaquín Cuadra.

Durante los siguientes seis años, desde principios de 1982 hasta finales de 1987, fue asistente personal del ministro de Defensa y jefe del ejército, Humberto Ortega.

Según una entrevista que brindó al periodista Roberto Fonseca, Miranda Bengoechea afirmó que llegó a ser la mano derecha de Humberto Ortega porque Joaquín Cuadra lo recomendó.

Glauco Robelo cuenta otra versión, de que Miranda Bengoechea llegó a asistente de Humberto Ortega porque «le serruchó el piso» al que tenía ese cargo, Augusto Montealegre.

«Róger Miranda quería ser ministro de Economía. Hilario (Sánchez) lo aterrizó y Humberto se lo pidió. Entonces lo mandaron de oficial ayudante de “La Maravilla” Augusto Montealegre, quien era el ayudante de Humberto Ortega. Miranda le comenzó a serruchar el piso. Entonces un día, están varios chinandeganos reunidos, bebiendo guaro en la oficina de la Auditoría, entre ellos, Luis Martínez, Raúl Venerio “Willi” y “La Maravilla” Montealegre. Róger Miranda se da cuenta y se lleva a Humberto Ortega donde están ellos, y le dice: Mire, eso es lo que hacen todos los días estos hijueputas. ¡Delante de ellos! Suspendidos toditos. ¡Destituidos!», contó Robelo a Mónica Baltodano.

Como asistente de Humberto Ortega, tuvo acceso a casi toda la información sensible de la revolución sandinista, pues participó en todas las reuniones de alto nivel del ejército, asistió a las sesiones de la Dirección Nacional que trataban asuntos militares y leyó todas las actas de las reuniones de la Dirección.

Además, fue ascendido a miembro de la Asamblea Sandinista.

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Los Ortega

A través de Humberto Ortega, Miranda Bengoechea llegó a conocer muy bien a todos los nueve comandantes de la revolución sandinista, especialmente a los dos hermanos Ortega.

De primera mano, pudo constatar que, a pesar de que eran nueve comandantes, tres de ellos eran lo que tomaban las decisiones o ejercían mayor control en las decisiones importantes: Humberto y Daniel Ortega, y Tomás Borge. El resto salía sobrando, a pesar que Bayardo Arce, Luis Carrión y Henry Ruiz ejercían cierta presión.

Humberto era el más paranoico. Siempre pensaba que lo querían matar o atentar contra él. Le daba a probar su comida a sus oficiales, tanto que uno de ellos decía: «El comandante se come mis sobras».

Según Miranda Bengoechea, Humberto odiaba a Tomás Borge y a Daniel Ortega le tocaba mediar entre los dos. Espiaba a Joaquín Cuadra, de quien tenía celos porque era bien apreciado como jefe militar por las tropas y, de Rosario Murillo, su cuñada, decía: «Esa mujer está deshonrando a Daniel».

Miranda Bengoechea describe a Murillo, hoy codictadora con Daniel Ortega, como una mujer mandona, que vestía ostentosamente y que tenía un impacto muy grande sobre Daniel Ortega, a todos los niveles, lo que se notaba en los discursos de Ortega, probablemente elaborados por Murillo.

Ortega le permitió a Murillo que invadiera las facultades del ministro de Cultura, Ernesto Cardenal, quien llegó a odiar a Murillo. Una vez, Miranda Bengoechea escuchó decir a Cardenal: «Esa perra es que peor que la Dinorah (Sampson)», aludiendo a la amante de Somoza, que llegó a tener influencias en la dictadura somocista.

Miranda Bengoechea también escribe que las esposas de los dos hermanos no se llevaban entre sí y no había visitas entre las dos familias. Mientras Murillo dominaba a Daniel Ortega, Ligia Trejos, costarricense, era entregada a su marido y a sus hijos.

Además, Miranda Bengoechea contó todos los lujos que tenía Humberto Ortega, sobre cuentas bancarias del país, la utilización de testaferros para evadir el bloqueo económico de los Estados Unidos y así introducir al país productos norteamericanos, entre otros actos corruptos del hoy general en retiro.

El escape

Según Miranda Bengoechea, en entrevista con el periodista Eduardo Marenco, ya tenía cierto descontento con su jefe Humberto Ortega, con quien no le gustaba trabajar porque lo calificó como megalómano. Pero, lo que le hizo decidirse por huir del país y denunciar a los sandinistas fue cuando conoció el Plan Soviético de 1987, el proyecto de armar al ejército y aumentar el número de soldados a 600 mil.

Su plan no se le contó ni a su esposa, para que todo le saliera bien. Aprovechó que el 25 de octubre de 1987 Humberto Ortega estaba en Cuba, y que el avión presidencial que había sido usado por Anastasio Somoza Debayle, y que después usaron los nueve comandantes sandinistas, iba para México a traer al entonces vicepresidente Sergio Ramírez.

Aunque no le dolía, le pidió permiso a Joaquín Cuadra para irse a chequear la cadera a México. Se fue con su esposa y, al llegar a la capital mexicana, el entonces embajador nicaragüense en México, Edmundo Jarquín, le prestó un carro diplomático.

Luego, se contacto con Central de Inteligencia Americana (CIA) y les presentó los documentos del Plan Soviético que había logrado fotocopiar y sacar de Nicaragua. Los de la CIA se quedaron con la boca abierta.

Según el general en retiro Glauco Robelo, la deserción se produce después de que Miranda Bengoechea le estuvo exigiendo a Humberto Ortega que lo hiciera teniente coronel, en julio de 1987, pero todo el Consejo Militar dijo que no, por lo que Miranda Bengoechea se levantó de la reunión en que estaban “como muchachito malcriado”.

Luego, siempre según Robelo, la contrainteligencia del ejército sandinista obtuvo un video en el que se veía a Miranda Bengoechea reunido con tres agentes de la CIA.

En ese momento, toda la cúpula del FSLN está en Cuba, reunida con los rusos y los cubanos para hablar sobre el armamento, por lo que, explica Robelo, deciden actuar contra Miranda Bengoechea sin avisar a Humberto Ortega, pero, Denis Moncada Colindres, el que hoy es canciller, cometió el error de contarle a Miranda Bengoechea que «algo chiva» estaba ocurriendo.

«¡Ese día se fue el jodido!», contó Robelo.

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800 mil dólares

Hasta que llegaron a México, Miranda Bengoechea le contó a su esposa, Graciela Bravo, que no volverían a Nicaragua. La mujer se puso a llorar porque era sandinista, hermana de un héroe, Jorge Sinforoso Bravo, y trabajaba en el Instituto de Estudio del Sandinismo (IES).

Aunque hizo amagos de regresar a Nicaragua, la mujer finalmente decidió seguir a su esposo.

Según Glauco Robelo, hubo sugerencias, incluso, de él mismo, para que mandaran a matar a Miranda Bengoechea. Pero, según Robelo, Humberto Ortega dijo:

«“No quiero más escándalo, yo estoy claro de que este hijueputa era difícil. Bueno, nos jodió, nos jodió. Yo no quiero más escándalo”.

Los Estados Unidos lograron aprovechar los testimonios de Miranda Bengoechea en contra de los sandinistas. Ronald Reagan logró apoyo en el Congreso para ayudar a los contras.

En febrero de 1988, funcionarios estadounidenses informaron que a Róger Miranda Bengoechea se le asingó un pago de 800 mil dólares como recompensa. El dinero se lo entregó la CIA por órdenes de Ronald Reagan.

Miranda Bengoechea también recibió otros 50 mil dólares, para que estudiara, los que aprovechando cursando dos maestrías y luego se ganaba la vida como catedrático universitario en Miami, Florida.

Miranda Bengoechea murió el pasado 29 de abril de 2023, producto de un cáncer. Para algunos fue un héroe. Para los sandinistas, el mayor traidor que tuvieron.

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