«¡Pueblo, únete! ¡Pueblo, únete!», coreaba un hombre con la bandera de Nicaragua en manos, subido al capó de su camioneta, mientras una multitud lo rodeaba y aplaudía.
Era el 22 de abril de 2018 cuando Piero Coen Ubilla, acompañado de su familia, decidió bajarse de su vehículo en las cercanías de la rotonda Jean Paul Genie, en Managua, para unirse al clamor de los manifestantes que pedían la dimisión de Daniel Ortega.
«Los jóvenes quieren oír que ellos no son delincuentes. Que el pueblo está detrás de ellos. Y lo único que no queremos es violencia, eso es todo. Creo que esto ya pasó más allá de las reformas del INSS. La gente sigue saliendo (a las calles), la gente sigue pidiendo otras respuestas», declaró a medios nacionales.
«Yo no soy parte del Cosep y el Cosep no me representa a mí. Estoy aquí con mi familia apoyándolos a ustedes. Nada más vine a saludar porque yo también siento lo que ustedes sienten. Que Dios ilumine a Nicaragua», agregó el carismático hombre que tras su breve acto se despidió de los pobladores con sonrisas, saludos de mano y tirando besos.
Se trataba de uno de los empresarios más poderosos de Nicaragua que ese día, en plena efervescencia social en el país, sentenció parte de su patrimonio ante los ojos de una voraz y vengativa dictadura.
El «Businessman» de Piero Coen Montealegre
Corrían los años 50 del siglo XX cuando Piero Coen Montealegre, un adolescente de apenas 13 años, comenzó con plantaciones de algodón en el Occidente del país.
Atrás había quedado la fortuna de su linaje: el hijo de Esther Montealegre Deshon, descendiente de reconocidas familias chinandeganas, y el italiano Giorgo Coen Gialli (Jorge Galli Coen), no pudo vivir de las bondades heredadas de sus apellidos, luego que su padre perdió todo en el juego y abandonó a su madre cuando él apenas tenía siete años.
«Yo iba descalzo a la escuela pública en Chinandega. Lustré zapatos, fui chofer de camión. Yo me pago mis estudios desde primaria. Nunca tuve un juguete de Navidad», reveló a la revista Magazine en 2017.
Era el Montealegre más pobre de sus primos que tuvo una idea que le cambiaría la vida: Sembró el «oro blanco» en las primeras 50 manzanas de la finca San Jerónimo cuando su madre se las ingeniaba para mantener a los cinco hijos. Desde entonces, fue sustento para doña Esther.
A los 14 años incursionó con los fertilizantes junto a Róger Terán y, a los 15, ya ganaba «mucha plata», por lo que luego pudo pagarse estudios y hasta de maestrías en Estados Unidos.
El «boom algodonero» potenció a este chinandegano a convertirse, veinte años después, en uno de los principales productores no solo del departamento sino de Centroamérica.
Amigo del dictador nicaragüense Anastasio Somoza Debayle, con quien, asegura, no simpatizaba en su juventud, a pesar de ser liberal, pero a quien luego llegó a servir como «embajador honorario».
Coen Montealegre resurgió de las cenizas no solo una vez. En los años 80, con Daniel Ortega en el poder, los «revolucionarios» le confiscaron sus fincas de algodón, ganado, café, su fábrica de insecticidas y una aerofumigadora.
Salió al exilio con sus cinco hijos con rumbo a El Salvador llevando en los bolsillos 4,800 dólares, con lo que iniciaría su negocio de «cambio de moneda» que luego lo llevaría a hacerse de la franquicia de la Western Union en 1990.
En los 90 regresó a Nicaragua y, años después, con los gobiernos de Enrique Bolaños y Daniel Ortega se desempeñó como diplomático. Este «hombre de las remesas» fue nombrado embajador ante Italia, Israel, Chipre, Austria, Singapur, Grecia y Honduras.
De Piero Coen Montealegre se sabe mucho y casi nada a la vez. Alrededor de su figura hay una serie de leyendas e historias. Y no es para menos si se trata de un adolescente pobre que levantó un emporio en Chinandega, El Cortijo El Rosario, y fundó el Grupo Coen, un conglomerado empresarial de agronegocios, servicios financieros, industria, bienes raíces y turismo, catapultándose como uno de los hombres más ricos de Nicaragua.
En 2014, Forbes incluyó al clan Coen entre las diez familias más influyentes en Centroamérica. La revista especializada en el mundo de los negocios y las finanzas indica que las ventas anuales del Grupo Coen ronda los 125 millones de dólares.
«Se dice, por ejemplo, que la fortuna de Coen proviene del narcotráfico, del lavado de dinero, de los militares guatemaltecos, o que simplemente es testaferro de Anastasio Somoza Portocarrero, el Chigüín», señala la revista Magazine.
— ¿Alguna vez ha matado a alguien?, preguntó el periodista.
— Puede ser que sí, pero en defensa propia. A mí me han escapado de secuestrar varias veces, me han realizado disparos varias veces, me han escapado de asaltar varias veces y yo he respondido muchas de esas veces disparando.
Al regresar a Nicaragua durante el gobierno de Violeta Barrio de Chamorro, Piero Coen Montealegre en 1993 recibió bonos por los bienes confiscados y logró comprar tierras y propiedades para levantar el Grupo Coen, cuya presidencia ahora ocupa su hijo Piero Coen Ubilla.
Asesinato en El Cortijo
Del matrimonio Piero Coen Montealegre y María del Rosario Ubilla Gasteazoro nacieron Nella, Piero, Paolo, Renzo Anastacio y Mariel Coen Ubilla.
Cada cual más «perfil bajo» de no ser por el asesinato de Fabio Rivas Montealegre (41) ocurrido en diciembre de 2008 en El Cortijo. Las investigaciones policiales apuntaron a Paolo Coen Ubilla y a su cuñado, el guatemalteco Carlos Echeverría Pedraza, como los autores del crimen.
En el lugar se encontraban varios testigos, incluyendo Piero padre, quien habría ayudado a los señalados a abandonar el país tomando un avión en horas de esa madrugada.
El odontólogo Mario Rivas Baldizón, padre de la víctima, dijo en ese entonces al cerrado El Nuevo Diario: «no creo en la justicia porque no anda bien en el país, pero algo se puede hacer (…) Creo imposible que extraditen y encarcelen a Paolo Coen Ubilla. Pensé que Piero no era capaz de permitir que su hijo matara a sangre fría a mi hijo, pero ahora estoy convencido de su maldad».
El Coen millonario, carismático y político
Las protestas sociales de 2018 terminaron de develar a la dictadura sandinista y aquellas expropiaciones regresaron a la vida de los Coen. Los Ortega-Murillo no olvidarían a Piero Coen Ubilla levantando la bandera azul y blanco ante la población nicaragüense.
Ese año, grupos de encapuchados armados se tomaron la finca Holanda, en Chinandega, donde robaron maquinaria, implementos agrícolas, tuberías de riego y bombas de pozo. Además, los tomatierras prendieron fuego a cinco hectáreas destinadas a la plantación de caña de azúcar.
Los armados estaban dispuestos a causarle un «daño al productor» sobre el costo a la producción nacional, denunció en ese entonces el director jurídico del Grupo Coen, Carlos Zuñiga, al medio Confidencial.
De 2018 a 2020, los paramilitares ya habían invadido más de 1,400 manzanas de tierra, propiedad de los Coen.
Incluso, el boxeador sandinista Román «Chocolatito» González apareció interponiendo un millonario embargo contra el Grupo Coen. El empresario recibió un embargo preventivo en bienes inmuebles introducido por el adulador de Ortega por un convenio firmado entre las partes en 2017, cuyo monto superaba con creces la cantidad acordada.
Sin embargo, la posición política de Piero Coen Ubilla tampoco era nueva. En 2016, año de elecciones presidenciales, había expresado que «no sabía si iba a votar».
El dictador Ortega iba por su tercer mandato consecutivo y el cuarto en el poder, pero para el empresario no había ni campaña electoral porque «todos sabíamos cuáles iban a ser los resultados».
Piero Coen Ubilla, perseguido y confiscado
Piero Coen Ubilla comparte con su padre que lo que requiere Nicaragua es invertir en educación. «Un plan de educación que lleve a nuestros nicaragüenses del futuro a estar mejor preparados ante un mundo que está avanzando rápidamente», dijo al medio La Prensa.
Este sonriente millonario, admirador de Julio Herrera, Elon Musk y Jeff Bezos, nació el 29 de junio de 1968 en Chinandega. Además de empresario, también fue embajador extraordinario y plenipotenciario de Nicaragua en Reino Unido en el gobierno de Bolaños y ratificado en el cargo a inicios del segundo mandato de Ortega.
Contrajo nupcias con una estadounidense que llegó a Nicaragua en 1998 como voluntaria del Cuerpo de Paz: Jaffa Snow Felber.
Jaffa Coen era parte de la directiva de la Fundación Coen y presidenta de la Fundación Sonrisa, dedicaba a ayudar a niños con labio leporino y paladar hendido. Ambas organizaciones desaparecidas por órdenes de la pareja dictatorial, Daniel Ortega y Rosario Murillo, que mandaron a eliminar y confiscar miles de oenegés para controlar la cooperación y ayuda internacional y desarticular el tejido social.
En abril de 2022, la Asamblea Nacional canceló la personería jurídica de la Fundación Coen, rama encargada de la Responsabilidad Social Empresarial del grupo corporativo que se enfocaba en el desarrollo sostenible en salud, educación, cultura, medioambiente, cultura y protección social en sectores necesitados.
Las instalaciones de Fundación Sonrisa, cancelada en marzo de 2022, fueron tomadas por el régimen en julio de ese año. Ortega y Murillo enviaron a dos de sus hijos a inaugurar un museo en la propiedad «robada», ubicada en Bolonia, Managua, mientras las esperanzas de pacientes con labio leporino y paladar hendido se disipaban.
La «sed de venganza» de los Ortega y Murillo continúa.
«Les puedo asegurar que no existe ningún delito del cual se me pueda acusar, mucho menos, alguno que atente contra mi país o la sociedad nicaragüense», declaró el empresario, luego que la Policía de Ortega allanara dos de sus propiedades.
El régimen ordenó confiscar la residencia del empresario y su esposa ubicada en Las Colinas y el lujoso condominio Viejo Santo Domingo, en Managua.
En ausencia, la justicia sandinista lo acusó de un delito no precisado en contra del Estado y la sociedad nicaragüenses. La judicial a cargo esperó tres meses para recibir instrucciones sobre el futuro del caso hasta que el régimen decidió expropiar dos de los bienes del millonario.
https://nicaraguainvestiga.com/videos/%f0%9f%94%b4%e2%96%b6-fueron-aduladores-de-ortega-y-asi-les-pago/
El empresario excarcelado político Juan Sebastián Chamorro manifestó que la acción es «un mensaje clarísimo a empresarios y una señal pésima para la economía del país porque básicamente indica a quienes tienen capital en Nicaragua que su capital, sus inversiones, no están seguras».
El empresario Roberto D´Andrea, dirigente del desaparecido Partido Acción Ciudadana (PAC), dijo por su parte que «ya sabemos que no olvidan».
«La venganza siempre está con ese gobierno dictatorial. Siempre apoyamos a los jóvenes que fueron bastión en el 2018, pero jamás se pensó que una dictadura familiar sería también una dictadura criminal. Ya sacaron la cara. Y ahora, poco a poco, van a ir vengándose».
Ejemplo de ello es el encarcelamiento, destierro y despojo de la nacionalidad a los exdirigentes de la patronal Michael Healy, Álvaro Vargas y José Adán Aguerri.
Confiscación a Piero Coen es una «guerra anunciada» contra empresarios
Advirtió que la represión también se dirige contra los hijos y familia de militares. Ortega y Murillo «no tienen la más mínima simpatía por nadie. No tienen escrúpulos. Nadie hizo nada malo. A Daniel Ortega y su familia nadie los quiere».
Coincide en que este es un mensaje a la empresa privada para que «no se metan en nada»y de «vamos por ustedes también». Ahora todo «depende de qué va a hacer la empresa privada«.
El propagandista del régimen William Grigsby Vado dijo que en la lista se encuentran «Ramiro Ortiz, Carlos Pellas, (Roberto y Enrique) Zamora, (José Antonio) Baltodano, Piero Coen, Sacasa». «Y me faltan uno o dos», aseguró.
«Toda esta pandilla financió compra de armas, sostenimiento de los tranques, campaña de desinformación y de calumnia», manifestó en contra de quienes fueron aliados de Ortega.
En ese entonces, Grigsby acusó a Piero Coen de estar vinculado a lavado de dinero y narcotráfico. «Es una lavandería (de dinero ilícito)», dijo.
Una plática entre Coen Montealegre y Ortega
Cuando Piero Coen Montealegre regresó a Nicaragua en los 90 le dijo a Daniel Ortega: «Mirá, yo estoy pensando volver a invertir aquí, pero no quiero vivir con una espada pensando en que me van a confiscar mis cosas».
El millonario ya avizoraba que Ortega podría hacerse del poder en alguno de sus muchos intentos de llegar otra vez a la Presidencia, mientras «gobernaba desde abajo» con asonadas contra los gobiernos democráticos.
— Yo te prometo que no te confiscamos— le dijo Ortega.
— ¿Por qué me confiscaste?— preguntó Coen Montealegre.
— Por error—, contestó.
A Magazine le comentó que a Ortega lo ha llevado a que vea su finca y lo que está haciendo y «le ha fascinado».
— Ojalá hubiera otro como vos, aunque fuera en el país— manifestó el actual dictador de Nicaragua.
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