Precio de energía eléctrica sangra gota a gota el bolsillo de los nicaragüenses

Es probable que muchos no hayan sentido el aumento que tuvo el precio de la energía eléctrica durante el 2022. Pareciera leve y alcanzable de pagar, pero… ¿cree usted que es justo el precio actual de ese servicio en un país en el que, según fuentes oficiales, el 75 % de la generación energética es a través de fuentes renovables y depende cada vez menos de los fluctuantes precios de los combustibles fósiles?

Según los datos de la canasta básica nicaragüense, una familia de cinco miembros con sus electrodomésticos, debe consumir 100 kiloWatts hora (kWh) al mes. Hasta enero de 2022 el precio por cada kWh era de C$3.15, en junio subió a C$3.18 y en diciembre alcanzó los C$3.21, es decir, se pasó de pagar C$315.06 a inicios del año a C$321.06 al final, un incremento del 1.82 % (C$5.76).

Desde 2018 cuando entró en vigencia la Ley 971 que reformó otras normativas sobre la energía eléctrica, así como la de los jubilados y adultos mayores, un buen número de familias nicaragüenses han visto cómo cada vez pagan más por el mismo consumo energético.

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Y aunque haber pagado C$5.76 más en diciembre de 2022 pareciera una cifra insignificante, al tomar en cuenta que en Nicaragua se produce entre el 75 % y el 80 % de energía eléctrica a través de fuentes renovables, según han informado en varias ocasiones funcionarios estatales como Salvador Mansell Castrillo, Ministro de Energía y Minas y Presidente Ejecutivo de Enatrel, el precio que usted paga por ese servicio, cualquiera creería que debería ser mucho más bajo.

Proyectos energéticos no benefician a familias

Durante más de una década se ha “vendido” al pueblo de Nicaragua la idea de que con cada proyecto de generación energética, el país va a ser más competitivo y que el precio que se paga por el servicio de energía eléctrica se podría reducir considerablemente; sin embargo, solo ha quedado en sueños, en promesas.

Actualmente operan en Nicaragua unas cuatro empresas de generación de energía eólica ubicadas en el departamento de Rivas, incluida Alba Vientos de la empresa mixta Alba de Nicaragua S.A. (Albanisa), que en conjunto tienen la capacidad para generar 187 Megavatios (MW) de energía.

En octubre de 2022, Félix Saldaña Jarquín, ingeniero operador de Planta y de Higiene y Salubridad Ocupacional del Consorcio Eólico Amayo S.A., dijo al oficialista El 19 Digital, que “el 18 por ciento de energía que necesita el país está siendo producido por lo que son los parques eólicos, de estos 60 megavatios, estamos hablando de que Amayo produciría el 10 por ciento”.

A estas cuatro generadoras de energía eólica se suman los campos geotérmicos Momotombo y San Jacinto Tizate en Telica, que generan entre 104.5 y 119.5 megavatios (MW), un aporte del 16% a la matriz energética nacional.

Además se cuenta con las plantas hidroeléctricas Centro América, Larreynaga y Carlos Fonseca con capacidad conjunta de 117 MW. Aunado a ello, el gobierno de Ortega ha anunciado una serie de otros proyectos hidroeléctricos, de geotermia, biomasa y generación de energía solar, pero la mejoría nunca llega al bolsillo de las familias nicaragüenses, entonces ¿quiénes reciben ese beneficio?

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Ortega y sus socios, los únicos beneficiados

El economista y analista político Enrique Sáenz ha explicado en reiteradas ocasiones que quienes se han beneficiado de la bonanza energética del país es la familia presidencial y sus socios.

“No hay ningún espacio público que escape al control de Ortega, ¿con qué propósito?, con el propósito de acumular riquezas, basta señalar la apropiación fraudulenta de los más 5 mil millones de dólares de la cooperación venezolana, la adjudicación fraudulenta del proyecto Tumarín, la adjudicación fraudulenta del proyecto de Canal Interoceánico y la participación fraudulenta en los frondosos negocios de la minería, la electricidad, el combustible”, explicó Sáenz el lunes 6 de febrero de 2023 en su programa Vamos al Punto.

Aún si tomáramos en cuenta que el incremento en el precio de la energía eléctrica durante el 2022 fue poco y que a nivel centroamericano, según Global Petrol Prices, Nicaragua tiene la segunda tarifa energética más baja ($0.176 kWh), solo después de Costa Rica. Cuando se hace la relación de estos precios con el salario mínimo regional, los nicaragüenses apenas reciben entre 124 y 278 dólares, versus los demás que rondan entre los $283.34 y los $1,085, de acuerdo a datos de Forbes Centroamérica, lo que da una idea de las dificultades por las que pasan las familias nicaragüenses.

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“En el negocio del combustible y en la electricidad, ya sabemos que (Ortega) es dueño de DisNorte y DisSur y además de la principal generadora de energía del país Alba Generación, solo para mencionar los negocios más conocidos”; explicó Enrique Sáenz el pasado 2 de febrero en su programa.

Es probable que durante el 2022 haya ajustado hasta con los centavos para pagar el recibo de energía eléctrica y que aún así no se haya dado cuenta que estaba pagando más, pero lo que no está en discusión es que en los últimos meses del año pasado se le hizo cada vez más difícil poder comprar la canasta básica, pues aunque los incrementos sean leves, al sumarlos, el déficit se vuelve cada vez más grande.