El barbero nicaragüense José Huembes Pavón, de 30 años de edad, llegó hace cinco a San José, Costa Rica, solo con 30 mil colones que se le fueron en un parpadeo. Eso dinero equivalía apenas a unos 50 dólares, poco cosa en un país tan caro.
Ahora, en Grecia, Alajuela, Huembes tiene su propia barbería, con dos espejos grandes, dos muebles, dos sillas y, además, le da trabajo a otro barbero y a su hermana mayor, como recepcionista.
La meta que tiene es, de aquí a diciembre, contar con otra silla y darle empleo a otro barbero.
Han sido cinco años de mucho sacrificio y también riesgos para Huembes, quien, durante los primeros dos años, se dedicó a trabajar y a ahorrar de lo poco que ganaba, para luego invertir en herramientas de barbería.
«Nada de comer en restaurantes ni darme lujos», recuerda.
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Aprendió viendo
Criado en el barrio Villa Reconciliación, en Managua, Huembes tuvo problemas en su casa cuando el padre se dio cuenta que había tomado licor y lo echó.
Se fue a buscar trabajo al mercado El Mayoreo, barriendo en una peluquería que, en el 2008, estaba detrás de un bar llamado El Gitano. «Estaba barriendo, pero también miraba cómo cortaban pelo. Después, practicaba en la casa con los muchachos del barrio», explica.
Dejó de estudiar cuando aprobó tercer año de secundaria y se dedicó completamente al oficio.
En el camino ha enfrentado muchos obstáculos, uno de ellos el licor. En Los Laureles Norte, donde vivió por un tiempo, tenía «un espejito» y una silla con los que se ganaba la vida cortando cabello, pero perdió ese negocio porque se puso a tomar licor.
Se trasladó a Niquinohomo, donde su familia materna, y allí reanudó los cortes de cabello.
En 2018, la crisis socio-política lo afectó, tanto que tuvo que irse para Costa Rica un 18 de julio de ese año, en medio de la ofensiva que el régimen lanzó contra la población.
«Si hay algo positivo de eso (crisis) para mí, es que fue lo que hizo que me viniera para Costa Rica», expresa.
Una de las sillas de la barbería de José Huembes. FOTO DE CORTESÍA
Una prima lo dejó botado
La mamá le dio dinero para que hiciera el viaje a San José. Los córdobas que llevaba se le convirtieron en 50 mil colones, pero, como iba ilegal, trasbordando, a San José llegó solo con 30 mil colones.
Junto a él viajaba un muchacho al que nunca antes había visto, pero se portó generoso con él porque ese otro joven no llevaba recursos. Compraban comida y frutas durante el viaje.
Huembes iba esperanzado en que una prima lo estaría esperando al llegar a San José. Mientras viajaba, ella le contestaba los mensajes, pero, cuando se acercaba al destino, le dejó de responder.
Al llegar a la terminal de buses, Huembes no hallaba qué hacer porque su prima no estaba ni contestaba mensajes. Fue entonces que el muchacho, al que había apoyado con alimentos durante el viaje, lo llevó a donde él iba, a Desamparados, donde comió sabroso un gallo pinto con spaghetti con pollo y un vaso de avena. Luego, se acostó a dormir en el suelo, sobre una colchoneta.
El día que amenazaron con golpearlo y denunciarlo
A los tres días se fue a La Carpio, a la casa de un tío, pero solo demoró 15 días, porque no hallaba trabajo. Logró hallar uno en Heredia, suplantando a otro barbero que había viajado a Nicaragua. Pero, cuando regresó, nuevamente quedó sin empleo.
Un amigo le consiguió un trabajo en Sabanilla, en Alajuela, pero ahí le fue mal porque el lugar era utilizado para venta de marihuana. Cuando él les dijo a la gente de ahí que se iba, no lo querían dejar ir y lo amenazaron con golpearlo y denunciarlo en Migración si lo hacía.
En un descuido, Huembes salió huyendo y se refugió en una iglesia, mientras veía como los de la barbería lo buscaban y decían que, si lo hallaban los iban a golpear y a denunciar.
Huembes logró comunicarse con un amigo nicaragüense, que estaba en Nicaragua, quien a su vez llamó a un amigo costarricense, Jordani Umaña.
En su carro, Umaña llegó a rescatar a Huembes en Sabanilla, lo llevó a un lugar donde le dio alojamiento por 15 días. «Sin conocerme, me dejó las llaves del lugar», recuerda Huembes, quien quedó muy agradecido con Umaña.
Umaña murió hace dos años, pero Huembes no olvida todo lo que hizo por él.
Finalmente, el amigo nicaragüense que lo había conectado con Umaña llegó a Costa Rica, a Grecia, donde le consiguió trabajo a Huembes y es en ese lugar donde comenzó a ahorrar para poner su propia barbería, la cual inauguró en octubre del 2020.
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Perdió un dedo
Un día de diciembre de 2021, Huembes metió la mano a una lavadora en la que estaba secando una mecha de lampazo, pero se cortó un dedo, el índice de la mano derecha.
Lo llevaron a un hospital, donde no lo atendieron de inmediato, sino a dos horas, cuando ya no se podía hacer nada por el dedo y lo perdió.
Desanimado, Huembes quería regresar a Nicaragua, pero su compañera de vida lo animó para que se quedara y siguiera trabajando en la barbería.
Su cuñado pintó y acondicionó la barbería. Cuando Huembes vio que el local había quedado bonito, le gustó y se quedó. Su barbería se llama El Nica Barber Studio.
Hoy, junto a su compañera también iniciaron un negocio de granizados y bebidas que lo administra ella, mientras él está en la barbería.
Huembes no se olvida del hijo varón que tiene en Managua, en la actualidad de ocho años de edad, y siempre le manda dinero.
Por el momento, está enfocado en hacer crecer su barbería.
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