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Los seis crímenes más macabros que han ocurrido este 2023 en Nicaragua

La mayoría acontecieron en áreas rurales, adonde la justicia es casi inexistente, y las victimas son principalmente mujeres, un niño e indígenas.

Un vistazo a las noticias de sucesos ocurridos en Nicaragua, en este año 2023, lleva a concluir que los crímenes más horrendos tienen como víctimas a personas vulnerables: mujeres, un niño e indígenas.

La mayoría de estos crímenes están impunes y, en la mayoría de los casos, han ocurrido en zonas rurales, a donde le cuesta más llegar al «brazo» de la justicia.

Nicaragua Investiga brinda los detalles pormenorizados, según la información disponible públicamente, de al menos seis de esos crímenes que se pueden catalogar como «horrendos», no solo por la forma en que fueron cometidos, sino también por las circunstancias de las víctimas.

Todo crimen se puede considerar horrible, pero los que se presentan a continuación lo dejarán reflexionando sobre la violencia existente en el país.

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El asesinato de un niño de 11 años

El niño de iniciales O. A. A. A. tenía 11 años en febrero de este año 2023. Vivía en la comarca Santa Rosa de Olasquincito, en Wiwilí, Jinotega, y, desde los cuatro, era el consuelo de su padre, Nicolás Acuña Benavidez, pues a esa edad murió la mamá.

Era indefenso, dijo su padre en el juicio que después se realizó por su asesinato. Se llevaba bien con todos los vecinos y le encantaban los animales. El 13 de febrero pasado, le pidió permiso para ir a una casa vecina, ubicada a más de 600 metros de la suya, para ir a traer unas perritas. No regresó ese día, porque se quedó durmiendo donde los vecinos.

Al día siguiente, 14 de febrero, sin las perritas, hizo el viaje de regreso cerca de las 10:00 de la mañana, por un camino donde se topó con Ermin Donaire Palma Balladares, en ese entonces un adolescente de 17 años, pero actualmente ya mayor de edad, de 18.

Palma tenía en las manos una cutacha marca corneta, de 57.5 centímetros de largo y cinco de ancho, con punta aguda. Al ver al niño, lo siguió y, cuando le dio alcance, se fueron conversando.

Sin embargo, cuando faltaban 120 metros para llegar a la casa del niño, Palma lo tomó de la espalda con la mano izquierda y con la derecha lo intimidó con el machete, explicaron en el juicio testigos que vieron la escena, pero que no pensaron en ese instante nada malo.

Sin saber que lo habían visto, Palma obligó al niño a adentrarse en un monte solitario, a unos 40 metros del camino por el que circulaban, donde abusó sexualmente de él y, después, para evitar que lo delatara, le propinó varios machetazos en diferentes partes del cuerpo, causándole heridas que tenían una profundidad de hasta 45 centímetros.

El niño, dijeron los forenses, tenía lesionados los intestinos, el hígado y el estómago, y su muerte fue por hemorragia.

Cuando lo hallaron, con exposición de órganos, tenía entre 48 y 78 horas de fallecido. Uno de los forenses también dijo que el victimario lo hizo sufrir mucho a la hora de propinarle los machetazos, pues lo seguía agrediendo, aunque ya agonizaba.

Palma fue condenado a seis años de prisión en las celdas para adolescentes del penal de Waswalí. Debería salir hasta el año 2029.

60 mujeres víctimas de femicidio en lo que va de 2023

Un rostro desfigurado

Cuando encontraron a Aurora Castrillo Conrado, de 57 años, no la reconocieron inmediatamente porque tenía el rostro desfigurado a machetazos. Prácticamente, le desprendieron una parte de la cara.

Ocurrió el 24 de enero de este año 2023, cuando una persona desconocida, o varias, le quitaron la vida y dejaron el cuerpo tirado en los terrenos de la finca de la víctima, en la zona de la Barra, en Prinzapolka, Caribe Norte.

Familiares de Castrillo dijeron al medio digital La Lupa que dejó siete hijos huérfanos y que la Policía les informó que no hallaron evidencias en contra del cónyuge, de quien se sospechó al principio. El crimen aún está impune.

Estrangulada y semienterrada

El 7 de junio pasado, el cuerpo de una mujer fue encontrado semienterrado en un cauce de Sabana Grande, en Managua, en un lugar llamado La Montañita. El cabello lo tenía desprendido y presentaba otras señas de violencia en todo el cuerpo.

Horas después, el Instituto de Medicina Legal (IML) determinó que la muerte de la víctima fue por estrangulamiento y en la garganta le encontraron un objeto extraño.

En la morgue, sus familiares confirmaron que se trataba de Hazel Johanna Mejía Traña, de 37 años, y había salido a trabajar en la noche del domingo 4 de junio, pero ya no regresó a su casa, ubicada en Las Américas Dos, y desde entonces la familia había estado pidiendo ayuda en redes sociales para ubicarla.

El caso aún está bajo investigación policial.

Una mujer trans estrangulada

El mal olor en la zona llevó a ciudadanos del barrio La Curva, en el Distrito Seis de Managua, a encontrar el cuerpo descompuesto de una mujer trans en un predio montoso. La hallaron boca arriba, inflamada, semi quemada, sin camisa y con un jeans azul.

Se trataba de Ariel José Mendoza Espinoza, de 36 años, conocido como “La Mendoza”, de quien el IML dijo que murió estrangulada y que las quemaduras que presentaba se debían a la exposición al sol que sufrió, debido a que su cuerpo estuvo siete días a la intemperie.

Mendoza, quien vivía con su familia en Villa Canadá, había desaparecido el primero de junio y sus familiares le buscaron hasta pegando papeletas en el mercado de Mayoreo, donde la víctima trabajaba vendiendo gomas de mascar y cigarros, de forma ambulante.

Aunque se ha hablado de sospechosos, la Policía no ha aclarado este crimen.

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Buscando trabajo halló la muerte

Jenelieth Noryelis Peña López era una joven de 19 años, originaria de Camoapa, que solo deseaba trabajar y estudiar enfermería, pues la vida no le había sido tan fácil, especialmente porque perdió a la mamá cuando tenía seis años.

El segundo de sus sueños, estudiar enfermería, ni siquiera lo acarició porque perdió la vida buscando el primero, trabajar.

El 12 de abril de este año 2023, Peña fue hallada sin vida en un cauce que está detrás del Hotel Ticomo, en Managua.

La hallaron boca abajo, con golpes en todo el cuerpo, especialmente en la cabeza. Además, presentaba raspones o chollones, como si la arrastraron, explicó un forense en el juicio por su muerte que todavía no ha terminado. El ojo izquierdo no lo tenía y estaba rasgada la camiseta blanca que vestía y como si se la estaba quitando.

Unos 20 días antes de su muerte había llegado a Managua y se hospedó en una casa del barrio Camilo Ortega, donde una amiga de nombre Cristhian Fernanda Palacios, también de 19, quien contó que en la tarde del 11 de abril su amiga le dijo que iba a una entrevista de trabajo, pero no volvió a saber de ella.

En su afán de conseguir empleo, la víctima había entrado en contacto con Héctor Orelvin Manzanares, de 38, quien era vigilante en el Hotel Ticomo y le dijo a Peña que le conseguiría trabajo.

La Policía determinó después que Manzanares era un hombre que se dedicaba a enamorar jóvenes de entre 16 y 19 años, porque cerca del hotel hay una escuela, y a las mismas les prometía trabajo en el hotel.

Tras el hallazgo del cadáver de Peña, varios testigos dijeron que habían visto a Manzanares con la víctima una noche antes, en la entrada del hotel. El juicio contra el sospechoso aún no ha terminado.

Masacre contra indígenas

La comunidad de Wilu, en el territorio mayangna Sauni As, fue el escenario de otra masacre en contra de indígenas en el Caribe Norte del país, ocurrida el pasado 11 de marzo.

Ese día, algunos hombres de la comunidad andaban buscando el sustento de sus hogares en el campo, cuando colonos, a como se le conoce a los invasores de tierras indígenas, acribillaron a balazos a cinco en las afueras de Wilu. Todas las víctimas eran menores de 30 años, informaron las autoridades mayangnas.

Según reportes de diversos medios, primero mataron a uno y luego a cuatro miembros de una misma familia. Sobrevivieron dos de los indígenas atacados porque se tiraron a un río, logrando llegar a Wilu para alertar a los demás.

Los colonos llegaron a la comunidad disparando, pero todos los habitantes ya habían huido tras escuchar los primeros disparos, incluyendo niños y mujeres.

La comunidad fue incendiada por los invasores y no quedó una vivienda en pie.

Las víctimas mortales fueron identificados como Jesmin Jacobo Lázaro, Lenín Vilchez Patrón Flores, Alberto Castillo Palacio, Jorge Enor Palacio Samuel y Morgan Díaz Palacio.

Este caso está impune porque las autoridades de gobierno están enjuiciando a un grupo de guardabosques como los presuntos asesinos, pero los indígenas afirman que los procesados son inocentes y los están incriminando porque han denunciado los abusos que el régimen de Daniel Ortega comete en la zona. Por eso se cree que los verdaderos asesinos están libres.

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