La ausencia de Daniel Ortega y Rosario Murillo en el acto de entrega de los 250 buses chinos a los propietarios de las cooperativas de transporte, el cual fue encabezado por el hijo de estos, Laureano Ortega, ha generado opiniones encontradas.

Por un lado, algunos opositores no descartan la preparación para una posible sucesión dinástica, pero por el otro, hay analistas que afirman la permanencia de Daniel Ortega en el poder hasta sus últimos días, esto porque es un caudillo “imprescindible” y si desaparece “se derrumbaría todo”.

Héctor Mairena, miembro de la organización opositora Unamos, explica que la ausencia de la pareja dictatorial en el acto “no obedece” a una señal inmediata de sucesión dinástica, pues “Daniel Ortega estará ahí hasta que fallezca”.

“No hay en el término inmediato una sucesión, Ortega estará ahí hasta que pueda, otra cosa es que logre hacerlo en dependencia de las circunstancias políticas de Nicaragua, pero mientras Ortega esté vivo él va a ocupar el principal cargo de poder”, señala Mairena.

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Sin embargo, para el analista político José Dávila Membreño la “dinastía Ortega-Murillo no está garantizada para nada”, pues no hay condiciones políticas, culturales e históricas para que ocurra.

Daniel Ortega es “imprescindible”

“Las razones es que en Nicaragua no existe una institucionalidad que responda, no hay una simpatía de la gente, no hay un respeto de la comunidad internacional, que a veces son factores que se valen las dinastías para sostenerse, en Nicaragua no hay nada de eso”, sostiene el analista.

Dávila Membreño agrega que Daniel Ortega es un caudillo “imprescindible, omnipotente y omnipresente” que decide todo, y prácticamente es irremplazable, pues en el caso de Rosario Murillo, quien pudiera sucederle porque es la vicepresidenta del país, es impopular «no es querida por el mundo y por el pueblo”. En cuanto a los hijos de la pareja dictatorial, señala que “no tienen vocación política ninguno de ellos”.

“A Laureano, y lo intentaron con otro, les enseñan algunas frases de discurso, algunas consignas, se valen del simbolismo que son hijos del caudillo para mandarlos a algunas representaciones, pero eso no es suficiente para considerarlo el heredero”, añade el analista.

Uno de los problemas para un posible sucesión dinástica es que las cúpulas de los poderes legislativo, de la Policía y los militares, están con el régimen Ortega-Murillo por “pura conveniencia, beneficios y prebendas”, afirma José Dávila.

Sin Daniel Ortega es insostenible

Hasta ahora la única forma que se vislumbra para una posible sucesión dinástica es la desaparición de Ortega y que Rosario Murillo, siendo vicepresidenta asuma el papel del presidente, pero esto podría traer serias consecuencias, de acuerdo al análisis de Héctor Mairena.

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“La Murillo no cuenta con el respaldo dentro del orteguismo que pueda tener Daniel Ortega y ella bien lo sabe, por eso ha venido maniobrando para colocar en cargos importantes a subordinados suyos, a personas que no objetan sus decisiones de ninguna manera”, explica Mairena y ejemplifica con las purgas a magistradas y funcionarios en el Poder Judicial.

José Dávila sostiene que a Murillo le será “difícil” mantener el poder, pues si Daniel Ortega muere “se derrumba todo” por ser un caudillo “demasiado abracador y abarcador”.

“Si Ortega llegara a fallar, que es un caudillo, todo se derrumbaría en Nicaragua. El mismo Ejército que hoy parece sometido y puede estarlo de coyuntura, actuaría distinto ya sin Ortega. Si desapareciera Murillo no pasa nada, si desaparece Ortega se derrumba todo, en ese sentido esa familia vive bajo una tensión y un equilibrio precario con angustias diarias, con pensamientos diarios que no saben cristalizar”, explica el analista político.