Al cierre de 2022 las remesas significaron un 22.2 % del Producto Interno Bruto (PIB) de Nicaragua, según reveló un informe del centro de análisis e intercambio político Diálogo Interamericano.
En 2022 el PIB de Nicaragua se situó en 15,671.6 millones de dólares, empujado en muy buena parte por los $3,224.9 millones que aportaron las remesas, que durante los últimos años ha ocupado un puesto que debería pertenecer exclusivamente a los sectores productivos del país: primario, secundario y terciario.
Y aunque el dato pareciera alentador, al menos para las familias que reciben estos recursos, la verdad es que para la economía nacional en sí, no lo es y por el contrario, demuestra la incompetencia del gobierno en turno, según explican dos expertos a Nicaragua Investiga.
Juan Sebastián Chamorro es economista, estuvo a cargo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES), ahora se encuentra en Estados Unidos luego que el régimen de Ortega lo despojara de su nacionalidad y lo expulsara del país. Él conoce de primera mano lo que ocurre en Nicaragua y explica que el aumento de las remesas es precisamente producto de la alta migración experimentada en los últimos cinco años.
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Impacto medianamente positivo para las familias
Chamorro, al igual que muchos analistas, coincide en que el aumento exagerado en las remesas “es el resultado de la fuga masiva de capital humano que ha sufrido el país… y que en muchos de los casos los va a perder para siempre”; sin embargo, explica que el lado medianamente positivo de esto es el apoyo que reciben las familias que se quedan en Nicaragua y que ven como sustento los ingresos que envían sus compatriotas que están en el exterior.
“El mandar las remesas al país ayuda a financiar el consumo de las familias que quedan allá, pero es producto de la fuerte migración que ha provocado toda la dictadura”, expone Chamorro.
El economista Marco Aurelio Peña ve como “espectacular” el crecimiento que han tenido las remesas en los últimos años, especialmente entre 2021 y 2022 donde la curva de crecimiento muestra un salto de siete puntos porcentuales y no del 2 % y 1 % que tuvo entre 2018 y el año antepasado, respecto a los aportes al PIB.
El golpe negativo de las remesas
En 2021 Nicaragua recibió 2,146.9 millones de dólares en concepto de remesas, según datos del Banco Central de Nicaragua (BCN). Estos ingresos significaron un 15 % del PIB de ese año. Para 2022 la cifra de las remesas se catapultó a $3,224.9 millones, alcanzando números por encima de los sectores productivos, lo cual refleja la incompetencia del gobierno en turno de no ser capaz de aumentar la productividad en la economía nacional, pues según Marco Aurelio Peña, el país “por sus propios factores no está contribuyendo en un 22 % al valor agregado generado”.
“La alta dependencia de la economía nicaragüense a las remesas monetarias estarían representando un quinto del valor agregado, significa que en un 22 % la economía nacional depende del trabajo de los nicaragüenses en el exterior… esto no se debe a la organización de los factores de producción dentro del territorio nacional, es decir, ese dinero no es producido dentro del territorio”, explica Peña.
Con un 22.2 % en el PIB impulsado por las remesas, Nicaragua se ubicó en el cuarto lugar de los países del continente americano que depende cada vez más de estos ingresos, según los datos de Diálogo Interamericano, recopilados en un artículo de la Voz de América, tan solo fue superado por dos naciones centroamericanas y Jamaica. Ante esto, los expertos apuntan a que ese número podría continuar en crecimiento en los últimos años.
Remesas significaron 22.2 por ciento del PIB en Nicaragua en 2022.
Política, la piedra angular para solucionar la crisis
“Al no haber solución de la crisis sociopolítica yo esperaría que este año también aumentara más o menos en la misma proporción si no más, porque el flujo (migratorio) ha aumentado y sigue aumentando”, agrega Juan Sebastián Chamorro.
Similar al planteamiento de Chamorro, Marco Aurelio Peña está seguro que “va a seguir incrementándose” tanto la migración como las remesas, aunque reconoce que quizá no será igual o cercano “al 22 % porque podría registrar un incremento parecido a los años anteriores a 2022”.
“2022 probablemente revele ese incremento ya como un acumulado de toda la emigración que se ha acentuado a partir de 2018 y estamos hablando de un quinquenio en el que las personas han logrado adaptarse a una nueva realidad, han encontrado mejores trabajos, han escalado en el trabajo y están obteniendo muchos más ingresos y ese acumulado es el repunte que hubo entre 2021 y 2022 a partir del turbio proceso electoral en 2021 y que se suma más a una de las irregularidades, de los atropellos que desde el punto de vista político han agravado más la crisis sociopolítica y de derechos humanos en el país”, alega Marco Aurelio.
Remesas totalizaron US$647.6 millones en los primeros dos meses del año
En cuanto a que “Nicaragua ha recobrado la senda de un crecimiento económico positivo”, de lo que se jactan funcionarios y los mismo líderes del régimen Ortega-Murillo, Peña explica que “eso no es sinónimo de ninguna manera de una mejor calidad de vida para la mayoría de la población” y que si el país se sigue mantenido tal como está “es probable que la gente siga saliendo” y que esto va a estar “correlacionado con el incremento del flujo de remesas monetarias”.
No hay señales de mejora política
El destino de Nicaragua sigue siendo incierto frente a un régimen que no pretende ceder y una oposición que apenas ha iniciado conversaciones sin un plan certero que obligue a Ortega y Murillo a mejorar la situación política del país, que es la clave directa para que haya una mejoría en el aspecto social y económico. La nación sigue cayéndose a pedazos sin que hasta ahora nadie pueda hacer nada por ello.
“En este momento no veo señales de la dictadura de aflojar nada, todo lo contrario, está aumentando la represión, presos políticos siguen aumentando, la situación del obispo (Rolando Álvarez), la ruptura con El Vaticano, el aislamiento con todos los demás países del mundo, una alineación con Irán, China y Rusia que más bien va ahuyentar las inversiones privadas y generar más desempleo”, expone Juan Sebastián Chamorro, quien también fuera exprecandidato presidencial y exreo político del régimen de Ortega.
Por ahora, Chamorro explica que existe una cercanía más sólida entre los opositores desterrados por el régimen en febrero de este 2023, que están “continuamente en comunicación” valorando “qué acciones tomar en los próximos meses”, con la finalidad de seguir “presionando para que haya un cambio democrático”, pues de no haberlo desgraciadamente significará “más aumento del éxodo de nicaragüenses que buscan oportunidades en otros países”.
“Daniel Ortega ha criminalizado la democracia, y prácticamente talibanizado a Nicaragua. Es un estado paria, canalla”, como lo describen en otra publicación reciente de Diálogo Interamericano, en el que detallan que “el 10 % de los nicaragüenses han huido en un lapso de cuatro años” impulsados por “el miedo, la represión, el encarcelamiento y la exclusión económica”.
Diálogo Interamericano expone que los regímenes autoritarios, como el que impera en el país más grande de la región centroamericana y el que una vez fuera uno de los más productivos, “han visto conveniente expulsar a las personas como una forma de reducir las presiones de la sociedad y recibir remesas en su lugar”.
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