María Haydee Osuna Ruiz se mueve como pez en las aguas de la turbia política nicaragüense. Ha sobrevivido a cuando gobierno se ha instaurado.
Sus estrategias le han representado una larga vida política, desde 1997 empezó como diputada al Parlamento Centroamericano y hasta el día de hoy ocupa un curul en la Asamblea Nacional.
El diputado convertido al sandinismo, Wilfredo Navarro, publicó en sus redes sociales una fotografía en la que aparece junto a Osuna sonriente durante el acto de juramentación de Francisco Díaz como Director General de la policía sandinista por seis años más.
Ahí halaga la jura que le hicieron a Ortega 30 mil paramilitares encapuchados.
Una infiltrada obvia
Osuna estuvo involucrada en los primeros intentos de unidad de la oposición nicaragüense, integrándose a la llamada Coalición Nacional en su calidad de representante legal del PLC, la cual extrañamente le concedió el Frente Sandinista a través del Consejo Supremo Electoral. Era una primera y clara señal.
A pesar de las advertencias de muchos sectores (principalmente el ala juvenil) que alertaban del peligro de que una figura política como ella, conocida por su falta de principios éticos, lo mismo que el partido que representaba, se sumaran a estos esfuerzos, la agrupación finalmente decidió que la unidad pasaba por no rechazar a nadie.
Pronto Osuna se convirtió en factor de división. Se oponía a las estrategias, se confrontaba con otros partidos dentro de la alianza y no se terminaba de definir su distanciamiento con el régimen.
El caso de narcotráfico en el que se vio implicado un hermano de la diputada María Haydeé Osuna
El 6 de agosto de 2021, Osuna ya había cumplido su misión y con buena parte de los aspirantes presidenciales presos y otros opositores huyendo, dio la estocada final para terminar su proceso de infiltración: solicitó ante el CSE la cancelación de la personalidad jurídica de CxL y así se hizo.
Después de eso ya no se preocupó por guardar las apariencias. Es una ferviente sandinista más, que celebra en la Plaza de la fe la imposición casi monárquica de la pareja dictatorial y que en la Asamblea Nacional integró la comisión especial para reformar la Constitución Política del país, que entregó a Nicaragua a los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo. Esta foto, parece ser la última burla a esa oposición que por ingenuidad o por ineficiencia, decidió confiarle un lugar entre sus filas.
¡Cuidado con los infiltrados!
Enrique Martínez, activista juvenil ve hacia atrás para sacar lecciones sobre este caso. «Hay que cuidarnos y no hay que dejar que nos metan lobos vestidos de ovejas dentro de nuestros espacios», reflexiona.
Y dice estar seguro que «esa señora le pasó (al régimen) muchos de los actuares, estrategias o movimientos que la oposición estaba ejecutando precisamente en un momento tan crítico».
Por tal razón, alienta a que haya más cuidado con las personas a las que se les permite el ingreso y recomienda que para no despertar paranoia acusándose unos a otros, vale la pena «hacer un mapeo de los indicios, de los señalamientos» contra cada persona y atender cuando existan señales de alerta, como fue el caso de Osuna.
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