Nicaragua no pudo escapar a la invasión de motocicletas que llegaron a la región en el año 2000, como tampoco le fue posible escapar a la mortandades que comenzó a dejar en las vías algunos años después el manejo de este tipo de medio de transporte. Las tragedias desde entonces no han dejado de contarse.
Las noticias de accidentalidad que difunden todos los días los medios de comunicación, la mayoría de veces involucran al conductor de una motocicleta, si no falleció fue trasladado grave a algún centro asistencial, relatan.
Liván González tenía 26 años. Nació y vivió siempre en el municipio de San Fernando, en Nueva Segovia. “Hay que admitir lo peligroso que es viajar en moto en zonas rurales, hay que estar atento a una manada de vacas y caballos que de pronto se cruzan. Al chocar, siempre tenés las de perder”, señaló un amigo de González.
Contó que su amigo, no tuvo suerte el pasado 30 de marzo cuando perdió la vida mientras conducía su motocicleta cerca de la salida norte de Ocotal, en la carretera que conduce al municipio de Dipilto, en el momento en que repentinamente se le cruzó un semoviente. “Había poca luz y el animal se cruzó de repente. Se presume que producto del fuerte choque, Liván también impactó con la parte delantera de una camioneta que conducía en sentido contrario el ciudadano Giovanni Martínez Zavala.
Esa noche, González no iba solo, viajaba con Lidamar Guadalupe Vásquez López. El pasajero resultó con lesiones en el cuerpo. En el lugar fue atendido y trasladado a un centro hospitalario, pero para González no hubo mucho que hacer, tanto él como el semoviente que causó la tragedia, perdieron la vida casi de forma instantánea.
88 motociclistas fallecidos
De acuerdo a datos de la Policía de Tránsito, entre el 1 de enero y el 6 de febrero de 2024, Nicaragua registró 98 personas fallecidas por accidentes de tránsito, de los cuales 50 viajaban en motocicleta, entre un total de 4,270 colisiones reportadas a nivel nacional.
Ya a finales de marzo, las cifras de motociclistas fallecidos en el país incrementó a 88, de un total de 192 muertos por accidentes de tránsito en los que también se contabilizan peatones, pasajeros y conductores de otros vehículos. Aunque las autoridades no especifican las causas de los fallecidos cada semana, cada mes se registra que de tres a cinco motociclistas perdieron la vida en las vías por diferentes circunstancias.
En algunas zonas del país, los cruces de semovientes suelen ser una de las principales causas. En la lista de víctimas recientes se cuenta a Gerson Morales Navarrete, de 32 años, quien murió luego de impactar contra uno de estos animales a la altura del kilómetro 34 de la carretera a Pochomil, en el municipio de Villa El Carmen, en Managua.
Se informó en redes sociales que Morales Navarrete fue advertido sobre la presencia de reses sobre la carretera y se le hizo señas para que bajara la velocidad de su motocicleta que conducía hacia la comunidad Las Parrillas, donde habitaba, pero éste aparentemente hizo caso omiso al llamado.
Otros riesgos: vehículos de tracción animal
La Ley 431 o Ley para el Régimen de Circulación Vehicular e Infracciones de Tránsito de Nicaragua, establece que las carreteras son el área para la circulación de vehículos automotor, de pedal o de tracción animal, sin embargo, muchos dueños de reses y caballos utilizan las vías para trasladarse y trasladar de un punto a otro a estos animales, sin el debido cuidado y señalización para otros conductores.
El artículo 22 de la Ley explica que en el caso de los medios de transporte de tracción humana o animal, se exige que estos vehículos estén regulados desde el registro de la municipalidad con el apoyo de la Policía Nacional, es decir, que cada vehículo deba contar con señalización y cada vaca o caballo, estar registrado para identificar al dueño en caso que la autoridad lo requiera.
En el caso de un accidente causado por vehículos jalados por caballos o bueyes, el dueño deberá asumir los daños ocasionados. “El propietario de un vehículo que causare o provoque la colisión o accidente de tránsito por desperfectos mecánicos o técnicos, falta de pericia, imprudencia o negligencia, será únicamente responsable civilmente, por los daños causados a terceros”, reza la Ley 431.
El problema en Nicaragua es que son raros los casos en que dueños de reses o caballos han sido judicializados u obligados a pagar por los daños ocasionados a conductores, sobre todo a motociclistas.
Faltan señales para advertir la circulación de semovientes
Pedro Sánchez es un joven oriundo de una comarca Las Pilas, de Masaya. Cuenta que desde hace más de ocho años conduce su motocicleta que compró con el esfuerzo de su trabajo y narra que en su poblado es común ver a reses “pastoreadas” en horas de la mañana y la tarde sobre el camino, junto a la carretera.
Pese a que no se ha visto involucrado en un accidente de tránsito, cree que no está lejos de padecer uno, sobre todo cuando se trata de semovientes que cruzan las carreteras, sin la supervisión de sus dueños y cuando estas carreteras no están debidamente señalizadas, como es el caso de la comunidad donde vive.
Asegura que a diario le toca manejar “en toda Managua” debido a su trabajo de repartidor, pero que prefiere las calles de Masaya, ya que se siente “más seguro, hay menos vehículos y es más suave el tráfico”. Añade que “las vías son de todos, pero cuando hay señalización es más fácil identificar que la preferencia no siempre es del conductor”, dijo.
¿Por qué tantos accidentes en motos?
Una experta en temas de tránsito, quien prefirió el anonimato, expresó que las muertes por accidentes en las carreteras siguen siendo las mismas en Nicaragua: conducir en estado de ebriedad y en exceso de velocidad, sobre todo en motociclistas. “En zonas rurales es donde se debe manejar con prudencia debido a los animales”, dice.
En 2023 hubo en el país más de 51 mil accidentes de tránsito que dejaron como saldo 1,014 fallecidos, de los cuales un 51.7 por ciento eran conductores de motocicletas.
Para la experta, quien tiene a su cargo una escuela de manejo en Managua con más de dos décadas de funcionamiento, los estudiantes muestran desinterés por aprender la Ley de tránsito, una negligencia que aumenta el riesgo de sufrir accidentes en las carreteras.
“Creen que la Ley no es nada o es un juego. Lo que más me dicen los conductores; es que en las calles la Ley no sirve, no es lo mismo, que el libro dice algo y los demás hacen otra cosa. Yo pienso que en realidad ese es el problema, creen que no hay reglas y eso causa las tragedias”, advirtió la experta.
