Tras las protestas antigubernamentales del 2018, las diferentes organizaciones opositoras lograron gran apoyo por parte de la población nicaragüense, deseosa del retorno de la democracia. Sin embargo, la represión, la persecución, la falta de libertades y también las luchas internas de los actores que adversan al dictador Daniel Ortega, parece haberles pasado factura y esas organizaciones no terminaron de articular el descontento social.
Cinco años después de aquellas protestas, y tras la excarcelación y el destierro de los principales líderes opositores, pareciera que ahora hay más condiciones para concretar la tan urgente unidad, de acuerdo a un análisis del Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (CETCAM).
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“Indudablemente, el regreso a la vida pública de los excarcelados políticos ha infundido nuevas esperanzas a una buena
parte de la población. Por otra parte, desde antes de la excarcelación estaban en curso distintas iniciativas y esfuerzos en esa dirección”, indica la organización.
«Pareciera que las condiciones son más favorables ahora, además los líderes excarcelados gozan de una gran legitimidad entre la población”, subraya.
La organización señala que algo importante en relación a esta unidad es que hay que reconocer que «todos los que luchan por el cambio político y la salida de la dictadura son opositores», no obstante, considera que «no todos pueden considerarse demócratas consecuentes».
En este sentido, cree que quienes pueden lograr la unidad son aquellos que «pueden converger son agrupaciones y personas con valores democráticos, respetuosos de las diferencias y con vocación incluyente».
«Estos grupos existen y es cierto que tienen diferencias que a veces se perciben como profundas, pero durante los últimos cinco años un buen grupo ha venido construyendo experiencia y madurez política. En ellos descansa el potencial para conformar una plataforma de convergencia que responda a las expectativas de la mayoría de los nicaragüenses y pueda avanzar en la formulación de una ruta de salida para una transición democrática”, indica.
Considera que hay premisas indispensables como que se «construya confianza y coherencia necesarias para el desafío que significará rescatar las instituciones públicas y construir un futuro democrático. Es decir, que trascienda la salida de Ortega y asuma el reto de sentar las bases para una democracia incluyente, procurar justicia y reparación para las
víctimas y el respeto irrestricto de las libertades y derechos ciudadanos”.
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No es serio estar posponiendo la unidad
Un analista político que pide el anonimato por motivos de seguridad, afirma que los grupos opositores han estado perdiendo el tiempo en luchas personales, de protagonismo y de supuestas diferencias ideológicas.
«Una ventaja que ha tenido Ortega es que la oposición nicaragüense no es un solo bloque, no hay articulación, no se ve fuerte, son distintas expresiones descontentas con la dictadura, todas víctimas de la represión, pero no es algo monolítico que pueda representar un peligro para el poder de Ortega. La comunidad internacional ha dicho que quiere una salida negociada a la crisis de Nicaragua, pero si Ortega accediera a eso, que lo veo muy difícil porque él ha venido jugando sus cartas en dirección contraria a lo que pide la comunidad internacional, no encontraría con quién hacerlo», afirma.
«La oposición o estos grupos que adversan a Ortega, de cara a la población lucen débiles, sin propuestas. La gente espera unidad, propuestas concretas, aterrizadas, no es nada serio estar posponiendo esa unidad», agrega el analista, quien coincide que este es un buen momento para lograrla debido a que cinco años de experiencias y el destierro, probablemente les ha hecho tomar conciencia de que deben ser «más abiertos» frente a otros grupos.
Bases sandinista debilitada
Otra de las cosas que destaca es que el régimen Ortega-Murillo, si bien se sostiene con la fuerza de las armas, poco a poco el apoyo de sus bases ha ido mermando debido al descontento generalizado por el rumbo del país y la represión que ha alcanzado incluso a los mismos sandinistas.
Efectivamente, la última encuesta (mayo-junio del 2023) de la firma Cid Gallup indica que las simpatías hacia el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) cayeron hasta el 16%, mientras que solo un 34% aprueba la gestión de Daniel Ortega.
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