Un grupo de religiosos y religiosas que están en la clandestinidad, en diferentes partes de Nicaragua, decidieron romper el silencio mediante una carta pública, aunque de forma anónima, para denunciar al cardenal Leopoldo Brenes y al obispo de León, monseñor René Sándigo, de quienes aseguran que «no representan a la Iglesia que peregrina en nuestro país».
A Brenes y a Sándigo, los religiosos les atribuyen haberse alejado del pueblo para estar cerca de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, los cuales de manera violenta y represiva han sometido al pueblo al «dolor, la tristeza, el asedio y la marginación social».
Por el contrario, los religiosos afirman que los obispos Rolando Álvarez (encarcelado) y Silvio José Báez (en el exilio) sí «han asumido el compromiso de acompañar al pueblo aún a riesgo y sacrificio personal» y desean que «así también lo hicieran el resto del Episcopado de Nicaragua».
El cardenal que le tocó enfrentar la segunda dictadura sandinista
De la boca de Sándigo no puede salir algo a favor del pueblo
Los fieles católicos que emitieron el comunicado reconocen que han estado silenciados debido a la represión del régimen Ortega Murillo, pero decidieron hablar luego de la designación de monseñor Sándigo como representante de la jerarquía católica al Sínodo de obispos en Roma.
«(El) nombramiento (de Sándigo) ha sido designación del Episcopado nicaragüense, y lo que pudiera decir este obispo no representan los sufrimientos que padece el pueblo de Dios que peregrina en Nicaragua», lamentaron.
A Sándigo le reprochan que, mientras fue obispo en Juigalpa, «tuvo muchísimas polémicas que generaron rechazo en el conjunto de los creyentes de Nicaragua», como el haber atacado «con fuerza» al movimiento campesino que se había levantado contra la ley 840, una concesión hecha sin consultas y a toda prisa por Ortega y Murillo que entregaba tierras, recursos naturales y soberanía nacional a un empresario chino de dudosa reputación que prometió un canal interoceánico que nunca construyó.
«Se cometieron muchísimos actos de represión y violaciones a los derechos humanos de la población campesina, y el obispo Sándigo no fue capaz de acompañar pastoralmente a estas comunidades en la defensa de la naturaleza y vida, tal como pide el Papa Francisco en sus encíclicas Laudato Si y Laudate Deum», deploraron los creyentes.
René Sándigo, el polémico obispo que no se atreve a condenar al régimen
El cardenal Brenes celebra su ordenación mientras el pueblo sufre
Los religiosos mencionar estar dolidos porque, mientras la pareja dictatorial ha desatado una cacería en contra de los curas, religiosos, religiosas y fieles comprometidos, el cardenal Leopoldo Brenes se auto-otorgó un «año jubilar» para celebrar el 50 aniversario de su ordenación presbiteral.
«Señor arzobispo (de Managua), ¿usted cree que los nicaragüenses están para celebraciones –indulgencias incluidas de por medio-, mientras el régimen mantiene encarcelado al obispo (Rolando) Álvarez, exiliado a monseñor Silvio Báez y se mantiene desde el poder una dinámica de violación a los derechos más fundamentales de los seres humanos, como el de asistir con confianza a rezar en una parroquia por los asesinados, exiliados, desaparecidos, migrantes y los presos políticos que crecen día a día?», le preguntan los religiosos a Brenes en el comunicado.
No pueden abandonar al pueblo
Los religiosos concluyen que Sándigo tiene comportamientos afines a la dictadura y que Brenes pareciera vivir «ajeno a la realidad» de Nicaragua, pero les recuerdan que Dios, en la persona de Jesús, le ha pedido a la iglesia «estar del lado de las víctimas de la violencia y la injusticia».
«El Evangelio señala con claridad que los cristianos debemos levantar la voz para defender a los más débiles frente a un poder autoritario cruel e inmoral como el que representa el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. El sufrimiento de nuestro pueblo es el dolor de los que somos discípulas y discípulos de Cristo», les dicen a los dos sacerdotes criticados.
A la vez, le aclaran a la población nicaragüense «que la apatía o la indiferencia de un par de obispos no es representativa del sentir de todos los cristianos de Nicaragua».
«Consideramos que en este momento histórico, como Iglesia no podemos dejar abandonados al pueblo de Nicaragua. Los cristianos de todas las épocas, y en especial, aquellos que derramaron su sangre por la causa de Jesucristo en nuestro país, con el obispo Fray Antonio de Valdivieso a la cabeza, juzgarán lo que hicimos o dejamos de hacer en defensa de nuestro pueblo oprimido y reprimido, que espera la resurrección a una vida en paz, democracia y respeto pleno a sus derechos humanos», finalizan diciendo los religiosos y religiosas en la clandestinidad.
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