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Medardo Mairena: «Me ha tocado lavar trastes en restaurantes»

Medardo irradia sencillez, basta ver sus fotografías para darse cuenta. En febrero de 2023 fue desterrado por el régimen. Ahora mantiene su lucha por la libertad de Nicaragua mientras trata de sobrevivir en EE. UU.

Medardo Mairena en la ONU. Foto: redes sociales.

La noche de aquel miércoles 8 de febrero de 2023, en Nicaragua se veía todo en completa normalidad, pero en las instalaciones de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), conocido como “El Nuevo Chipote”, un buen número de prisioneros políticos se encontraban atónitos tras el actuar de sus carceleros.

Los agentes que estaban a cargo de esa mazmorra, habían llegado celda a celda, con vestimenta en mano, a decirles a los prisioneros que se cambiaran de ropa. Eran entre las 9:30 pm y las 10:00 de la noche, según aproxima la hora Medardo Mairena, un campesino oriundo de Nueva Guinea que tras su lucha contra las arbitrariedades cometidas por el régimen de Ortega, fue apresado por un año, siete meses y casi cuatro días más.

“Se aparecieron con una ropa que le habían pedido a nuestros familiares, que nos vistiéramos, preguntamos que para qué si era noche, era hora de dormir, nos dijeron que ni ellos sabían de qué se trataba”, relata Mairena, a quien al igual que a sus compañeros de celda, procedió a vestirse sin poder asimilar lo que estaba pasando.

“Veíamos que a todo mundo le estaban llevando ropa a las demás celdas, todo mundo se vistió”, continúa Medardo su relato por el teléfono, aprovechando su tiempo de almuerzo en el nuevo trabajo que ahora desempeña fuera de Nicaragua, un trabajo como el que cualquier otro migrante hace cuando llega a otro país, pero que sobretodo “dignifica” en palabra de aquel sencillo y humilde campesino que una vez salió de su pueblo para enfrentarse a un régimen opresor.

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“Pensé que tal vez me llevaban al Infiernillo”

Aquella noche lo que menos esperaban es que serían expulsados por la dictadura Ortega-Murillo, sin fecha de retorno, del país que los vio nacer y por el que han luchado durante años.

“Pensábamos que tal vez iban a sacarnos, tomarnos fotos como efectivamente lo habían hecho en otras ocasiones, pasan muchas cosas en nuestra mente. Pensábamos que tal vez era traslado, yo pensé que tal vez me llevaban al ‘infiernillo’ donde me tuvieron en el 2018”, cuenta Mairena.

Lo que menos imaginaban los prisioneros del régimen es que esa noche era solo el preludio de una libertad a medias que les esperaba. Así, quienes quedaron de último de las celdas de El Chipote vieron cómo uno a uno iban saliendo sus compañeros de prisión con la ropa que les habían llevado los carceleros.

Medardo rememora como los sacerdotes que estaban más cerca del pasillo, anunciaban el paso de los que iban saliendo, “pasó fulano, iba vestido, pasó el otro, y así sucesivamente”, fue hasta entonces que se dieron cuenta que los estaban sacando a todos para reconcentrarlos en otras dos celdas enverjadas, mientras sufrían la “horrible” incertidumbre sin saber para qué les habían pedido el cambio de ropa y hacia dónde los llevaban.

El haberlos reconcentrado en esas dos celdas permitió que después de tanto tiempo de lucha, muchos de ellos se conocieran de cerca y se saludaran estrechando sus manos.

En un bus sin rumbo cierto

“De repente se apareció la subcomisionada y con una lista dijo que los primeros 35 que leyó eran los que iban en el primer bus, después dijo que los otros 35 eran del otro bus, entonces preguntamos para dónde nos llevaban y nos respondió igual, que no sabía para dónde íbamos, que ni ella sabía, que no preguntáramos”, sigue Mairena.

Mientras en sus mentes tenían más preguntas que respuestas, los prisioneros políticos fueron llevados a los buses donde siempre los mantuvieron esposados y sin poder ver el exterior, pues las ventanas estaban cubiertas por cortinas. A penas podían asomarse con mucha mesura por la parte delantera del autobús, al percatarse que estaban en la Carretera Norte lo primero que pensaron era que serían trasladados al “Infiernillo” la celda a la cual todos le temen en la cárcel “La Modelo” de Tipitapa.

Medardo Mairena en el Consejo de DDHH de la ONU. Foto: redes sociales.

Pero los prisioneros se equivocaron, no fueron llevados al Sistema Penitenciario Jorge Navarro de Tipitapa, pensando “lo peor” notaron que los buses en los que eran trasladados se desviaron unos escasos metros de la Carretera Norte e ingresaron al Aeropuerto Internacional Augusto C. Sandino en medio de un amplio dispositivo policial en el que participaban un buen número de antimotines y patrullas.

Estuvieron ahí por unas horas hasta llegar la madrugada. “Vimos a un teniente que sacó una resma de papel, como decimos ‘debajo del sobaco’ y empezó a que firmaran y al que iba firmando lo iban sacando y en ese momento no sabíamos qué era lo que estaba sucediendo”, prosigue el ahora excarcelado en su relato.

Medardo Mairena Sequeira fue uno de los últimos en firmar aquel misterioso documento que no pudo leer debido a los problemas de visión ocasionados por los más de 14 meses que estuvo en una celda a oscuras, uno de los tantos mecanismos de tortura usados por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y los cuales han sido denunciados por organismos de derechos humanos, a tal punto de señalar directamente a los dictadores por crímenes de lesa humanidad.

“Estaba a la par mía uno de los sacerdotes y yo le pregunté ‘padre, ¿qué dice?’, entonces solo me dijo ‘dice si estás dispuesto a viajar a Estados Unidos’, le dije yo ‘está bromeando’ y lo callaron a él, que no podía decirme nada y lo sacaron para afuera”, recuerda Mairena, quien con muchas dudas y encomendándose a Dios, firmó el documento al ver que sus demás compañeros de prisión lo habían hecho.

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Antes de salir del bus en el que había sido trasladado al aeropuerto, uno de los tenientes que los resguardaba pidió a Medardo que se revisar las manos y verificara si tenía sus uñas completas, “Medardo enseñame tus manos”, dijo el agente policial quien al ver que el excarcelado se las mostró, se dirigió nuevamente diciéndole “revisate, ¿llevás todas las uñas?” a lo cual recibió un “sí” como respuesta.

“Sos el 101”

Al salir del bus el excarcelado político confirmó sus sospechas, estaba en el aeropuerto y frente a sus ojos un avión que posteriormente tuvo que abordar todavía con la incógnita de “¿qué estaba pasando?”. Antes de ingresar reconoció a un funcionario de la embajada de Estados Unidos en Managua que le estrechó la mano y le dijo “¡Bienvenido a Estados Unidos!”.

Después de eso una joven le preguntó su nombre y de una caja con varios pasaportes sacó el de él y le dijo “sos el 101”.

“Cuando yo puse el primer pie en el avión sentí como un torozón en la garganta y dije ‘no puede ser’ porque no sabía, estaba en una incertidumbre de lo que estaba pasando, sí me imaginé que nos estaban despatriando pero tenía un sentimiento encontrado, alegre porque al menos podía saber de mi familia y que mi familia supiera como estaba… no sabía si reír, si llorar, sobretodo saber que me estaban echando de mi patria”, narra el exprisionero de la dictadura de Ortega.

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Al amanecer del jueves 9 de febrero, mientras 222 excarcelados viajaban en un avión de la aerolínea Omni Air International rumbo al Aeropuerto Internacional de Dulles en Washington, Estados Unidos, la noticia de su liberación acaparó la atención de los medios de comunicación nacionales e internacionales, quienes entre asombro se preguntaban en sus redacciones “¿qué hizo ceder al régimen para liberar a los presos políticos?”, una pregunta que hasta ahora sigue sin responderse.

La incógnita también invadía a los excarcelados que viajaban en el vuelo 379 de Omni Air International.

“No podía entender si es que había habido una negociación por nuestra liberación, con Estados Unidos, dije yo: será que Estados Unidos le quitó la presión por la liberación de nosotros, porque la lucha no era solo liberarnos, la lucha ha sido para que podamos alcanzar la justicia, la democracia y que haya un verdadero Estado de derecho en Nicaragua donde las nuevas generaciones tengan mejores oportunidades que las nuestras”, recuerda Medardo.

Medardo Mairena y Pedro Mena junto a sacerdotes en Estados Unidos. Foto: redes sociales.

Despojados de su nacionalidad

Al llegar a Washington los 222 excarcelados no pudieron ser recibidos por la multitud que les esperaba en la sala en el aeropuerto de Dulles, antes fueron sometidos a exámenes médicos para corroborar sus estado de salud y luego fueron llevados a hoteles cercanos. Fue hasta en horas de la tarde que se hicieron ver ante las cámaras y dieron sus primeras declaraciones tras meses y años en prisión.

En el transcurso de su llegada, en Nicaragua se libraba una lucha contrarreloj, el Parlamento Nacional aprobó ese mismo día una reforma al artículo 21 de la Constitución Política de la República, donde declara que «los traidores a la patria», pierden su nacionalidad y sus derechos constitucionales. Los diputados también aprobaron una Ley Especial que Regula la Pérdida de la Nacionalidad Nicaragüense.

Los 222 excarcelados no habían terminado de digerir su excarcelamiento, cuando tan solo horas más tarde fueron informados que el régimen les había arrebatado su nacionalidad, dejándolos en condición de apatridia. Por si esto fuera poco, el pasado 9 de junio de este 2023, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo oficializó la confiscación de los bienes a través del Tribunal de Apelaciones de Managua (TAM) y la Procuraduría General de la República (PGR).

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La lucha por sobrevivir

En medio del ofrecimiento de nacionalidad de España, Chile, Argentina y México y en espera de su regulación migratoria en Estados Unidos, los excarcelados mantienen la lucha por la liberación de Nicaragua, pero sobretodo la lucha por sobrevivir en un país donde se habla otro idioma y en donde buscan sus modos de sobrevivir y apoyar a sus familias que aún están en Nicaragua.

“Estamos aquí ahora enfrentando estos retos que a pesar de que estamos con la libertad a medias, porque no estoy con mi familia, no he podido abrazar mi niña que tan solo tiene 7 añitos, demás familia. Aún si tengo la oportunidad de comunicarme con ellos aunque sea por videollamada y no están pensando en que me pueda pasar algo dentro de la cárcel”, expresa el líder del Movimiento Campesino de Nicaragua.

Entre los nuevos retos que tiene Medardo y la mayoría de los excarcelados, no solo está el continuar la lucha por una Nicaragua libre, también deben buscar el modo de ganarse la vida para tratar de ser autosostenibles en Estados Unidos, pero además poder apoyar a sus familias, lo que lo ha llevado a dedicarse a labores como las que haría cualquier migrante que llega un país que desconoce.

“Todos nos enfrentamos a esta realidad, a poder sobrevivir de la manera que sea posible. Para mí no es difícil enfrentar los retos como los que me ha tocado, estar en trabajos de la construcción, a pesar de que es un trabajo pesado, pues a mi eso no me hace nada, yo estoy acostumbrado a todo tipo de trabajo. Me ha tocado estar demoliendo piso para casa, poner piso, alfombras. Me ha tocado también estar en restaurantes lavando trastes. No me da pena decir que estoy trabajando, el trabajo dignifica a las personas, sentirse útil”, cuenta Medardo.

Tanto Mairena como la mayoría de los excarcelados políticos esperan poder reunirse con sus familias bajo el proceso de reunificación que Estados Unidos ha prometido, y mientras tanto siguen levantando la voz por quienes han tenido que huir del país, por quienes están en las cárceles y por el pueblo de Nicaragua que sigue siendo aplastado por la bota opresora de los dictadores.

“Mi abrazo para cada uno de ellos, mucha fortaleza y decirles que siempre se puede, vamos a poder salir adelante, vamos a poder enfrentar estos retos. Que podamos continuar siempre firmes, no olvidarnos de nuestro querido pueblo que sigue sufriendo dentro de Nicaragua, de los presos políticos, de nuestra Santa Iglesia que ha sido perseguida por gente maligna como es la dictadura Ortega-Murillo”, manifiesta Medardo Mairena.

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